(Documento leído en el 5o Pleno Extraordinario del VII Consejo Nacional el 19 de febrero de 2011)
Posicionamiento político del G-8 en torno a la política de alianzas.
Las alianzas con el PAN han convertido al PRD en instrumento para afianzar el bipartidismo de derecha en nuestro país. Con ello se han traicionado los principios y se ha colocado en grave riesgo la viabilidad del proyecto que dio origen al partido.
Lo que en un principio se planteó como una cuestión excepcional en nuestra política de alianzas al referirse al caso de Oaxaca, en poco o muy poco tiempo se ha impuesto como una política de alianzas estratégica y de largo plazo. “Es el momento en nuestro país de los gobiernos de coalición”, dicen quienes han impulsado las alianzas con la derecha.
En el 2010 se establecieron estas alianzas en siete estados; en el 2011 se han impuesto de facto acuerdos con el PAN en las elecciones de Guerrero y Baja California Sur y se pretende hacerlo en prácticamente todos los estados en los que habrá procesos electorales en lo que resta del año.
¿Quién ha ganado electoralmente con estas alianzas? El PRD no ha ganado una sola gubernatura, ha perdido gobiernos municipales y diputaciones locales en algunas entidades a cambio de obtener algunos espacios en los gobiernos estatales y aumentar pírricamente su presencia en las diputaciones locales y en algunos gobiernos municipales en otras.
El resultado general es que el PRD hoy se encuentra en sus niveles más bajos de las preferencias electorales en el país, con una caída abrupta desde las elecciones del 2006. Los triunfadores de estas contiendas son el PRI y el PAN. El PRI gana la mayoría de las posiciones en disputa y el PAN introduce un efecto mediático para enviar el mensaje de que dará la batalla en el 2012.
El PRD se ha convertido en el soporte de otras fuerzas políticas, particularmente del PAN a nivel nacional, partido que venía en caída libre, pero que ha contado con el respaldo del PRD para seguir apareciendo como fuerza competitiva frente al PRI.
El PRD ha perdido capacidad competitiva al hacer un frente común con el PAN, pues deja al PRI jugar el rol de oposición política, cuando ciertamente no lo es. Estamos asistiendo a competencias bipartidistas entre el PRI y sus aliados y el PAN y sus aliados.
Al PRD se le ha sometido a jugar un papel subordinado, a sujetarse a las reglas y condiciones que le ha impuesto la fuerza política que cuatro años antes le robó la Presidencia de la República mediante un fraude. Se le ha convertido en el aliado de una fuerza política antagónica a su Programa, la del conservadurismo, la de Provida, la de las privatizaciones, la del oscurantismo.
¿Y qué se ha ganado políticamente con estas alianzas? A favor del país, de la mayoría de los mexicanos y del proyecto de la izquierda, no se ha ganado absolutamente nada. Con las alianzas con la derecha no se ha modificado en absoluto la correlación de fuerzas a favor de los que menos tienen, de los trabajadores, de los derechos humanos, de la izquierda y de las fuerzas democráticas y progresistas del país.
La composición de los gobiernos emanados de estas alianzas, sus programas y sus primeras acciones no reflejan de ninguna manera un compromiso con los sectores que pretendemos representar; tampoco representan una oposición al avance del modelo neoliberal, ni constituyen una opción distinta a las formas tradicionales del ejercicio del poder público.
¿Acaso se ha modificado un ápice la política del PAN en los gobiernos y en los congresos locales y el federal? ¿Acaso el PRI representa hoy realmente una oposición al proyecto que impulsa el actual gobierno?
Lo que sí ha ocurrido es que el PRD ha perdido credibilidad, se ha desdibujado como oposición y como alternativa frente al fracaso de la derecha y su crisis interna se ha profundizado. El PRD se ha convertido en soporte del bipartidismo de derecha y ha colaborado para provocar el debilitamiento político y la unidad de las izquierdas.
Pero dicen quienes han impulsado estas alianzas que la línea política aprobada en nuestro XII Congreso Nacional permite llevarlas a cabo. Otros dicen que la ambigüedad de la línea aprobada da pie a diversas interpretaciones. Ambas son afirmaciones totalmente falsas. Basta con revisar lo que señala en alguno de sus párrafos el documento de Línea Política emanado de nuestro Congreso Nacional.
Dice: “Nuestra estrategia 2010-2012 se finca en establecer una política de claro contraste y diferencia con las derechas del PRI y del PAN, de construir propuestas claras y congruentes, de estar a la altura de las grandes preocupaciones de la gente, en especial las que se relacionan con la carestía de la vida, el desempleo, la corrupción gubernamental y la creciente inseguridad.
“El PRD requiere conformar un nuevo bloque histórico, demócrata y antioligárquico que sustituya a la oligarquía que actualmente domina al país. Conscientes de que la inconformidad social no se traduce en automático en apoyos políticos electorales, para reconquistar la confianza ciudadana y sus preferencias políticas y así poder derrotar electoralmente al PRI y al PAN, se requerirá que las izquierdas y en especial el PRD actúen con eficacia en el terreno organizativo, mediático-ideológico, social, cultural y electoral.
“El PRD necesita una renovación una renovación política y organizativa radical, que le permita transmitir con claridad su propuesta política y diferenciarla claramente de la del PRI y el PAN; que enfrente la corrupción y las políticas conservadores y que encabece las demandas de la ciudadanía.
“Las actuales condiciones políticas del país hacen necesaria la construcción de una gran alianza democrática y progresista, de la que el PRD debe ser el principal impulsor. Es urgente diseñar y aplicar una estrategia electoral para construir un polo de izquierda competitivo en el país para las elecciones del 2012”. Hasta ahí la cita del documento.
¿En dónde está la ambigüedad? ¿Cómo podría deducirse de estos planteamientos que nuestras alianzas deben hacerse con el PAN o con algún partido de la derecha? Pero no sólo se han violentado los principios y la línea política del partido; también se ha faltado gravemente a nuestra norma estatutaria. En varios casos las alianzas se han determinado sin apego a los procedimientos establecidos en los artículos 116, 121, 307 y 312 de nuestro Estatuto, y se ha llegado a situaciones extremas de muestras de entreguismo y claudicación en casos como el de Tlaxcala y Guerrero, en los que de facto se ha impuesto en forma unipersonal acuerdos con el PAN que han sido inútiles, incluso en los resultados electorales.
Es evidente que a quienes han impuesto esta política de alianzas no les preocupa la violación a nuestros principios, a nuestra línea política y a nuestro Estatuto. Su preocupación y su interés son otros. Su preocupación ya no es el de la defensa de las causas populares ni la transformación del país; su interés es preservar los privilegios y compartir los espacios de poder con una clase política degradada, que sirve a los intereses de la oligarquía y que es responsable del desastre y de la tragedia que vive la nación.
No puede haber justificación alguna para el daño que se está causando al partido, a la izquierda y a la nación. Pero aún es tiempo de rectificar, podemos y debiéramos aprovechar esta oportunidad para la reunificación del partido, sepultado en este Consejo Nacional la línea política que se ha llevado a la práctica.
Para fortalecer esta reunificación es indispensable también la vinculación del partido con las luchas sociales, recuperar el trabajo de base y la identidad de la militancia con su dirección, y el reacercamiento con Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador.
Debe cancelarse el acuerdo que se ha utilizado con el fin de cerrar la posibilidad de utilizar los espacios del partido en los medios de comunicación para difundir los mensajes de Andrés Manuel.
Aún y cuando no se han respetado los acuerdos que se han alcanzado con dificultad en los consejos nacionales anteriores, podemos hoy discutir un mecanismo para dirimir las diferencias sobre la línea política que aprobó nuestro Consejo Nacional. Pero para ello es indispensable que se suspendan y, en su caso, se anulen los acuerdos y las pláticas tendientes a establecer nuevos acuerdos de alianzas electorales con el PAN, particularmente en el caso del Estado de México.
¿Qué sentido tendría una discusión o una consulta a la militancia sobre la política de alianzas con la derecha, cuando éstas se siguen imponiendo de facto a pesar del acuerdo del Consejo Nacional adoptado en diciembre del año pasado?
Nuestra motivación es la defensa de la legalidad y del proyecto que dio origen al partido, es la de lograr que el PRD recupere su papel como instrumento para la transformación de la sociedad, conscientes de que de nuestra decisión depende en gran medida que en el 2012 México cambie y avancemos en la construcción de un proyecto alternativo de nación.
¡Ni una alianza más con el PAN!
¡Democracia ya, patria para todos!
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