CNN
El subcomadante Marcos, uno de los dirigentes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) que se alzó en armas en 1994, reapareció cuestionando la llamada "guerra contra la delincuencia organizada" emprendida por el presidente Felipe Calderón.
La figura más visible del EZLN sostiene que en el país no se cuenta con las condiciones materiales mínimas para mantener y menos para ganar esta "guerra que viene desde arriba, desde el poder". Añade que su origen fue la búsqueda para solucionar un problema de legitimidad con la que Calderón llegó a la presidencia, y que el fin previsible es una "una nación destruida, despoblada y rota irremediablemente" en su tejido social.
Luego de dos años de no pronunciarse en público, salvo el reconocimiento de la trayectoria del obispo Samuel Ruiz García tras su muerte, el jefe de la guerrilla zapatista dio a conocer la segunda de cuatro partes que componen una carta que envió al filósofo e historiador Luis Villoro, titulada Sobre las Guerras, y publicada en el sitio Enlace zapatista sobre el movimiento.
El líder insurgente señala que las acciones de Calderón contra la delincuencia organizada con una "guerra del México de arriba" ha invadido la realidad nacional, a semejanza de lo sucedido en Irak, Afganistan, Vietnam, Playa Girón y los territorios palestinos.
Los motivos de Calderón
"La irrupción de la guerra en la vida cotidiana del México actual no viene de una insurrección, ni de movimientos independentistas o revolucionarios que se disputen su reedición en el calendario 100 o 200 años después. Viene, como todas las guerras de conquista, desde arriba, desde el poder", señala el texto.
Marcos supone que la guerra parte del intento del presidente de despejar los cuestionamientos sobre su llegada al poder en 2006. "Por ello hizo suya la proclama de Theodore Roosevelt que señala: 'Este país necesita una guerra'", según cita la carta.
Una acción que, según el líder zapatista, "recibió la desconfianza medrosa de los empresarios mexicanos, la entusiasta aprobación de los altos mandos militares y el aplauso nutrido de quien realmente manda: el capital extranjero".
En las estimaciones económicas, el jefe insurgente señala que, si bien no hay claridad de datos, algunas cifras de especialistas y del propio Diario Oficial de la Federación indican que en los primeros cuatro años de la "guerra contra el crimen organizado" (2007-2010), la Secretaría de la Defensa Nacional, de Marina, Procuraduría General de la República y Secretaría de Seguridad Pública recibieron un presupuesto superior a los 366,000 millones de pesos, a los que se le deberán sumar 121,000 millones de pesos que recibirán en este año del 2011.
Un combate "obsoleto"
De acuerdo al Tercer Informe de Gobierno de septiembre del 2009, las fuerzas armadas federales contaban con 254,705 agentes, cuyos salarios oscilan entre los 46,380 pesos anuales que recibe un soldado raso cada año, a los 1,859,712 pesos para el secretario de la Defensa Nacional.
Las armas con las que se combate al narco "ya no sirven o son obsoletas", y si entrara en combate, la capacidad de fuego sólo alcanzaría para 12 días de combate continuo, señala el líder, quien detalla las condiciones de algunos equipos, siempre de acuerdo con los datos de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Ante este panorama donde evidencia que no se tienen las condiciones materiales mínimas para mantener y menos para ganar esta "guerra de largo aliento", el subcomandante Marcos sostiene que quien resulta beneficiado es el gobierno de Estados Unidos y su industria bélica. Más aún por el reordenamiento geopolítico que se está llevando a cabo en México y que lleva aparejada la destrucción del tejido social.
"¿Qué mejor guerra para los Estados Unidos que una que le otorgue ganancias, territorio y control político y militarsin las incómodas body bags y los lisiados de guerra que le llegaron, antes, de Vietnam y ahora de Irak y Afganistán?", señala.
Origen y "fracaso" de la operación
Para el jefe insurgente, la "guerra de Calderón" se inició formalmente el 11 de diciembre del 2006, con el llamadoOperativo Conjunto Michoacán, cuyo responsable operativo, Gerardo Garay Cadena, de la Secretaría de Seguridad Pública, hoy está preso acusado de coludirse con Joaquín el Chapo Guzmán Loera.
"Y, a cada paso que se da en esta guerra, para el gobierno federal es más difícil explicar dónde está el enemigo a vencer", señala, y cuestiona cómo el presidente Calderón se ha enredado últimamente en desmentir que haya llamado "guerra" a las acciones que emprendió contra la delincuencia organizada.
"Al contradecirse, aprovechando el calendario, Felipe Calderón Hinojosa no se enmienda la plana ni se corrige conceptualmente. No, lo que ocurre es que las guerras se ganan o se pierden (en este caso, se pierden) y el gobierno federal no quiere reconocer que el punto principal de su gestión ha fracasado militar y políticamente", refiere.
Sostiene que pese a ello el presidente de México mantiene esta política. "Felipe Calderón Hinojosa no se detendrá. Y no sólo porque las fuerzas armadas no se lo permitirían (los negocios son negocios), también por la obstinaciónque ha caracterizado la vida política del comandante en jefe de las fuerzas armadas mexicanas".
Las misiones de una "guerra"
Refiere que esta determinación, más que costos políticos, lo que está ocasionado son "costos humanos que paga el país entero por esa tozudez" de Felipe Calderón, de quien refiere es aficionado a los videojuegos de guerra y ahora pareciera que traspola esa afinidad a la vida real.
"El HAWX es un videojuego de combate aéreo donde, en un futuro cercano, las empresas militares privadas (private military company) han reemplazado a los ejércitos gubernamentales en varios países. La primera misión del videojuego consiste en bombardear Ciudad Juárez, Chihuahua, México, porque las "fuerzas rebeldes se han apoderado de la plaza y amenazan con avanzar a territorio norteamericano", refiere con su particular ironía.
"¿Cuándo va a terminar esa guerra?", se cuestiona. "Desde que fue concebida, esa guerra no tiene final y también está perdida. No habrá un vencedor mexicano en estas tierras (…) Aún antes del supuesto final, el tejido social estará roto por completo. Resultados: la Guerra arriba y la muerte abajo".
Sostiene que en la identidad colectiva de buena parte del territorio nacional no está la disputa entre el lábaro patrio y el narco-corrido. "No. Lo que hay es una imposición, por la fuerza de las armas, del miedo como imagen colectiva, de la incertidumbre y la vulnerabilidad como espejos en los que esos colectivos se reflejan. (…) De esta guerra no sólo van a resultar miles de muertos… y jugosas ganancias económicas. También, y sobre todo, va a resultar una nación destruida, despoblada, rota irremediablemente", concluye su misiva.
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