La izquierda electoral y las tareas pendientes |
Foro: La Izquierda en Toluca |
Fermín Carreño Meléndez |
El contexto
La distinción entre izquierdas y derechas se aplicó, por primera vez a la política, en la Francia revolucionaria. La Asamblea Constituyente, inició sus trabajos en 1792. Los diputados se hallaban divididos en dos grupos enfrentados: el de la Gironda, que se situó a la derecha del Presidente, y el de la Montaña, que se situó a la izquierda. En el centro tomó asiento una masa indiferenciada a la que se designó como el Llano -o la Marisma-. Los girondinos deseaban restaurar la legalidad y el orden monárquico, mientras que La Montaña propugnaba un estado revolucionario, el cual, después de anular a los girondinos, desembocaría en lo que se conoció -lamentablemente, aunque con justicia- como el Terror. Así se produjo una identificación de la izquierda con la radicalización revolucionaria que, al grito de "Libertad, Igualdad y Fraternidad", desencadenaría una etapa de utopías y ferocidad que sólo lograría detener el golpe de Estado de Bonaparte. Los implacables Robespierre, Danton y Marat fueron los caudillos y los definidores del primer partido político francés que se situó a la izquierda.
Qué es la izquierda?
Sin entrar en una gran discusión del concepto podríamos señalar a grandes rasgos que la izquierda se constituye sobre una escala de valores, entre los que se destacan la plena dignidad humana, el altruismo y la igualdad. Su interpretación de la realidad la opone a una sociedad basada en relaciones de explotación y/o dominación entre los hombres y los estados. Sus objetivos históricos se orientan a la superación de esas relaciones, a la transformación radical de las sociedades basadas en las mismas. Su praxis se expresa en programas de lucha por la constitución de nuevas relaciones sociales y por representar los intereses de los sectores explotados, marginados y dominados de las sociedades historicas.1
De esta manera, una izquierda consecuente se vera ante un horizonte socialista. El socialismo es actualmente para la izquierda, tanto una superación de las sociedades capitalistas, centrales y dependientes, como de las experiencias de los socialismos realmente existentes.
El origen en México
A principios de 1919 surge el Partico Comunista Mexicano (PCM), y con ello una corriente de opinión y acción que planteaba en un sentido claramente progresista las concepciones ideológicas del Marxismo Leninismo , esta expresión se abrió camino con la hoz y el martillo bajo un manto negro y rojo que cubría diversos movimientos obreros, campesino y populares. Para 1980, frente al auge de diversas organizaciones revolucionarias de corte político militar, el gobierno mexicano reforma el sistema electoral e impulsa la Ley de Organizaciones y Procesos Político Electorales (LOPPE), apareciendo la izquierda legal que cambia las protestas por votos, confrontando a la Izquierda Revolucionaria y estableciendo como principio que el cambio del capitalismo seria por la vía electoral, al igual que lo pregonaban los partidos europeos conocidos como eurocomunistas, mismos que fueron sus ideólogos y actualmente son el ejemplo a seguir a pesar de los grandes fracasos.
Izquierda y neoliberalismo
En el transcurso de la década de 1990, (Sader: 2009) el neoliberalismo penetró intensamente todo el espectro político de América Latina. El programa se aplicó originalmente por la extrema derecha en el Chile de Pinochet. Encontró otros adeptos en la derecha –como Alberto Fujimori en Perú–, pero también absorbió fuerzas que históricamente habían estado asociadas al nacionalismo: el PRI en México; el peronismo en Argentina bajo el mandato de Carlos Menem, y, en Bolivia, el Movimiento Nacionalista Revolucionario, el partido que había encabezado la revolución nacionalista de 1952 con Víctor Paz Estensoro. Después, el neoliberalismo se apoderó de la socialdemocracia, ganando la adhesión del Partido Socialista chileno, de Acción Democrática venezolana y del Partido Socialdemócrata brasileño. Se convirtió en un sistema hegemónico en prácticamente todo el territorio de América Latina.
El marco global de la lucha política e ideológica en América Latina se ha visto, pues, remodelado durante la hegemonía neoliberal. La transformación radical del equilibrio de poder impuesto por las dictaduras de las décadas precedentes experimentó un ulterior fortalecimiento con el nuevo orden mundial.
El reconocimiento del sistema capitalista como una realidad global contra la que no se puede luchar de raíz. La postura de que es posible darle a este capitalismo salvaje un rasgo civilizado: humanizar las relaciones de explotación del trabajo y de depredación de la naturaleza. Aspirar a construir una democracia de tinte representativo que no atente contra los elementos sagrados del sistema: la alta propiedad privada y el libre comercio de las grandes empresas. El poder político como el espacio de decisiones de carácter público para la protección de los intereses particulares de los grupos privilegiados.
La renuncia a concepciones fundamentales que en su momento le dieron razón de ser a la propia ideología, como la división y la lucha de clases sociales, la idea de que el Estado es un instrumento de represión en poder de la clase económicamente poderosa, la necesidad de darle a toda lucha emancipadora un carácter de clase y el objetivo de transformar a fondo las relaciones económicas y políticas para construir un horizonte de igualdad y justicia social donde nadie quede excluido por ninguna razón.
Estas de acuerdo con Guzmán (Guzmán: 2009) Son algunas de las características que distinguen ahora a un tipo de corriente política que se asume como de izquierda. Es la izquierda que reniega de su propio pasado y que no se atreve a incomodar a quienes, desde la derecha, no han cejado en su empeño de hacerse de un poder hegemónico para beneficio exclusivo de la clase empresarial. Esta izquierda que llama empleadores a quienes imponen relaciones de trabajo cada vez más desventajosas e indignas para los trabajadores; que alteran el medio ambiente con los desechos de sus empresas y que aumentan inhumanamente los índices de pobreza y de marginación en el mundo.
En contra partida y ante el abandono de las fuerzas populares por los antiguos aliados nacionalistas o socialdemócratas y las duras consecuencias sociales de los modelos económicos de libre mercado, propiciaron la aparición de movimientos sociales en primera línea de la resistencia contra el neoliberalismo. Ésta es la tercera y última estrategia surgida desde abajo. (Sader: 2009)
Los zapatistas, el movimiento de campesinos sin tierra (MST) en Brasil, los movimientos indígenas surgidos en Bolivia y Ecuador, o los piqueteros, activistas desempleados en Argentina, no son sino algunos de los grupos pioneros en esta nueva militancia. Han resistido dando lo mejor de sí mientras el neoliberalismo privaba al Estado de sus funciones mediante la privatización integral de las empresas públicas y la expropiación de los derechos al empleo formal, la salud y la educación. La oposición al ALCA fue el aspecto central de la plataforma zapatista hecha pública en 1994. (Sader: 2009)
La situación Actual
De nada sirve que el Programa Alternativo de Nación, sea el único de la izquierda electoral que avanza un poco en la ruptura con el modelo neoliberal, si la dirección actual está dispuesta a tirarlo a la basura por unas cuantas prebendas gubernamentales.
La exclusión de candidaturas y las opiniones no identificadas con el poder político, el endurecimiento de los requisitos electorales y la acumulación del poder han sustituido a la lucha ideológica, entonces la lucha por el poder se identifica con complacer mejor los deseos de los poderosos, los partidos políticos han devenido entonces en el filtro de ese poder .
Esa política ha dejado de lado, no sólo a los antecedentes históricos de las agrupaciones, sino además a su razón misma de ser, esto es aún más grave en el terreno de la izquierda en donde el utilitarismo ha sustituido a las doctrinas; así la izquierda electoral cada día es más moderada y luego se torna en una simple chamba.
La retórica ha sustituido a la doctrina social y ahora el aparato de poder es multipartidista, por ello ahora no se defienden las posiciones de las clases sociales, sino las de los grupos de poder, pues ellos patrocinan las candidaturas.
Los resultados recientes para “seleccionar” a los candidatos a puestos de representación proporcional, volvieron a mostrar la podredumbre que prevalece; es clara la imposición de candidatos cómodos; el reciclado de viejos legisladores que en su vida parlamentaria no se atrevieron a subir a tribuna, no digamos de aquellos que se enfermaban a la hora de las votaciones, para complacer a sus jefes, patrones y aliados políticos conectados a las casas de gobierno estatales y/o federales. Cuántos de ellos se preocuparon por lograr mayores presupuestos para el desarrollo regional y municipal. La mayoría le interesa asegura “hueso” por 3 años más.
Cuantos candidatos a presidentes municipales repiten nuevamente. Están muy “preocupados” por gobernar a los desprotegidos. En el caso del estado de México, como en la mayoría de los estados, no existe un proyecto de desarrollo municipal.
Es decepcionante ver los resultados de los gobiernos de “izquierda” en nuestros municipios; predomina el saqueo, el atraso, y es manifiesta la falta de perspectiva de desarrollo.
En el caso de quienes fueron los candidatos a legisladores federales o locales se repite la misma situación; aquellos que tienen el gran merito de cargar el portafolio, ser el chofer, o ser dama de compañía en las travesías “revolucionarias” del jefe de la tribu.
Una cosa nos queda claro que llegaron a la dirección de manera infausta, el acarreo, la despensa; el acuerdo con el gobernador, con el espurio, la transa, el relleno de urnas y demás fueron su táctica y estrategia.
Algunos personajes de la dirección asumen posiciones personales por encima de los documentos propios del partido; Jesús Ortega señalaba “que estamos por una economía de mercado. Es más muchos de los regidores pasados y actuales, hacen declaraciones a nombre del Partido, erigiéndose en los voceros únicos e irremediables para fijar las posturas que ellos consideran más convenientes a sus intereses. Estas acciones demuestran nuevamente la verdadera catadura de “los dirigentes”; el berrinche, la revancha, la insidia, el bloqueo, el colaboracionismo, es asunto de todos los días.
En muchos de los candidatos se borro la diferencia del PRD con los otros partidos, en ese pragmatismo ramplón hoy postulan a panistas, priistas y alguna otra variedad de personajes “democráticos”.
En la historia de participación electoral de los regidores y diputados emanados de las filas de la “izquierda” en Toluca, ha pasado desapercibidos por la mayoría de los electores. Es cotidiano leer en la prensa como los representantes de la “izquierda” se alinean cómodamente a los designios de los presidentes municipales y su partido, aún en contra de los interese de los habitantes; el caso de la reubicación de la terminal de autobuses, los incrementos al predial y servicios o hasta guardan silencio en casos de represión a los inconformes.
O cuántos conocen las propuestas? de desarrollo municipal; de seguridad, de promoción a la organización ciudadana; de mejoramiento a los servicios municipales. A los compañeros que son representantes populares se las ha olvidado que se deben a la población y al partido, que están ahí para servir al pueblo, no para servirse de él.
En la prensa local de Toluca, las editoriales hacen referencia al enriquecimiento fasttrack de “nuestros excelsos” representantes de la izquierda electoral, en funciones y ex; diputados, presidentes municipales, senadores y regidores.
Es más no se nos olvide que en el caso de San Salvador Atenco, fue el propio alcalde (en ese tiempo) de Texcoco, quien se presto y sirvió de comparsa con el gobierno actual para reprimir a los integrantes del Frente por la Defensa de la Tierra. Nuevamente la prensa local dio testimonio con notas periodísticas e inserciones pagadas, donde el entonces Coordinador de la Bancada del PRD, “aplaudía y respaldad las acciones del gobierno estatal para mantener la paz social y garantizar la vida de las instituciones democráticas”.
Como señala Alfonso Sánchez en su editorial (la jornada 14/mayo/2009, pág. 23) “…la política sin escándalo es sencillamente inimaginable, pues en la lucha por el poder, dicen, todo se vale y mejor tenerlo en cuenta. El doble lenguaje, la traición, la mentira sistemática, la simulación no aparecen como atributos negativos excepcionales de algunos partidos o personajes, lo cuales deberían rechazarse sin preguntar de dónde vienen (o someterse a los tribunales), sino como requisitos indispensables para la consecución de ciertos objetivos, cuya legitimidad, por el solo hecho de servirse de tales medios, resultaría por lo menos dudosa. Así es la política democrática, dicen, convencidos de que una vez aceptado el juego la palabra final la tendrán los resultados….”
La izquierda oficial parece estar montada en un lindo y encantador carrusel. Sus vueltas parecen recordar un eterno retorno – por aquello de utilizar la analogía de Nietzsche. Al parecer tenemos una izquierda que no se recupera de los tropiezos. Parece retornar una y otra vez a un modus operandi estéril que las ha llevado a una derechización y a arrastrar cuesta abajo sus niveles de influencia política, tal como sucede en algunos países europeos.
Esencialmente, la crisis de la izquierda electoral es consecuencia directa de la crisis de lo político propia de nuestros tiempos. En México los niveles de deslegitimación y cuestionamiento tanto al Estado, a los partidos políticos, instituciones gubernamentales, sindicatos, la banca privada y al marco jurídico que nos cobija (Estado de Derecho), por ende, a nuestro «orden democrático» liberal, alcanza niveles históricos. Esencialmente, y sin quererlo, nuestra izquierda está en el mismo bote. La izquierda, al igual que los tradicionales partidos políticos, se ha convertido en un pequeño grupo cerrado y autorreferencial, que la conduce insistentemente a un tipo de incesto intelectual, en donde no hay contacto con las realidades locales, regionales (América Latina) y global. Las líneas divisorias entre izquierda oficial y la derecha, crecientemente, continúan desapareciendo.
Seguimos enfrascados en el limbo electoral pendiente de éste, aquél y el otro posible candidato para las próximas elecciones. Se nos hace imprescindible salir del carrusel electoral y partidista y reconocer un movimiento distinto, uno que no va a vuelta redonda como el carrusel, sino hacia delante, que emana esencialmente de las diversas experiencias y subversiones que acontecen en lo cotidiano de la vida mexicana. Ese movimiento paralelo es el movimiento de la sociedad: llenos de tropezones, de contradicciones, no uniforme y operante en diversos tiempos y espacios. Este movimiento resiste no sólo al gobernador, al presidente, al legislativo, sino que resiste diariamente contra una realidad mucho mayor.
Esta es la historia de la decadencia política que bajo el paraguas democrático, muestra sus más bajos intereses; recrudece la polarización social por el estancamiento de las élites en el poder. Tal parece que solo nos queda como opción, pedir que se vayan todos y si no hay que echarlos.
Los desafíos
La Izquierda ha sido una esperanza para millones de personas durante décadas. Fue una garantía, y lo sigue siendo, de que otro mundo es posible. Pero la Izquierda viene sufriendo una prolongada erosión que no sólo se refleja en su retroceso electoral. La ciudadanía no participa en las decisiones importantes y el tejido asociativo es cada vez más débil.
Los errores políticos han sido numerosos y no queremos ignorarlos. Pero el neoliberalismo no sólo ha creado una enorme precariedad laboral y destrucción ambiental, no sólo ha alargado el tiempo de trabajo a costa del tiempo reservado a todo lo demás. Además, ha mantenido la división sexual del trabajo obligando a las mujeres a sobrevivir a base de jornadas diferentes.
Además, ha segmentado a la inmensa mayoría de la ciudadanía, y muy especialmente a las trabajadoras y los trabajadores, fomentado la competencia entre nosotros, atomizándonos, transmitiéndonos la sensación, de que somos los únicos responsables de los males que aquejan al mundo. De que no hay alternativa al actual orden de cosas.
Pero el neoliberalismo ha entrado en crisis. No ha muerto y hay intentos serios de recomponerlo. Pero sus recetas económicas, su influencia ideológica y su modelo de civilización están a la defensiva. Esto abre nuevas oportunidades para aquellos que creemos en una sociedad más justa y solidaria, en un modelo económico acorde con las necesidades de las personas y del medio ambiente, en la posibilidad y en la necesidad de una sociedad distinta. En algunos países esta situación está produciendo convergencias esperanzadoras entre todas las familias y sensibilidades de la Izquierda, en América Latina está abriendo un nuevo ciclo histórico.
Son procesos complejos en los que se tienen que abordar los desencuentros del pasado, los enfrentamientos entre el reformismo y el anticapitalismo más explícito, entre la cultura de la intervención directa y las formas más institucionales de participación política. Pero son procesos que despiertan esperanzas de un mundo mejor entre sectores amplios de la población.
Ha llegado la hora de poner en marcha este proceso en nuestro país. A pesar de la fragmentación de la Izquierda, del desencanto y de la desmovilización social, el potencial democrático de nuestra sociedad sigue siendo enorme. Debajo de la cáscara institucional y de la cultura política oficial, de la corrupción y la manipulación informativa, existen amplios espacios en los que la solidaridad, los valores de justicia social, de igualdad de género, de honestidad y transparencia siguen siendo innegociables.
Muchas personas que pueblan estos espacios realmente creen que es necesario construir un orden social y económico más justo, una civilización más pacífica y cooperativa en el planeta, un sistema de trabajo que dignifique a las personas y no que las destruya. Es posible construir una sociedad más igualitaria entre hombres y mujeres. En ellos y en ellas late la convicción de que es necesario crear una sociedad distinta a la capitalista. El momento es propicio para dar un paso así.
El modelo económico y productivo en México inaugurado hace varias décadas ha tocado fondo.
La cultura política, fuertemente bipartidista, alimenta la corrupción y el cohecho. Su modelo económico, basado en la renta financiera e inmobiliaria, nutre el poder de la banca frente al resto de la sociedad, fomenta la cultura del dinero fácil frente al trabajo productivo, la especulación frente al esfuerzo reconocido.
Nos corresponde iniciar un proceso amplio y capital que permita darle a este deseo y a esta necesidad de cambio una expresión política, cultural y organizativa. Los debemos comprometemos a trabajar para que todas las personas, organizaciones y grupos activos que nos reclamamos de la Izquierda empecemos a converger en un espacio común de deliberación y aprendizaje colectivo.
Es necesario reunirnos a nivel de barrio, de centro de trabajo, de ciudad, de estado, de escuela. De organizar foros temáticos y sectoriales para la refundación de la Izquierda, espacios en los que pretendemos ponernos de acuerdo sobre cómo abordar los grandes y los pequeños problemas que nos afectan, para intentar solucionarlos e ir definiendo un nuevo proyecto político de tipo democrático, popular y socialista.
Estos espacios tienen que ser plurales, pero tienen que comprometerse con un proyecto solidario en todo el municipio, el Estado y el mismo país, ser algo más que la suma de organizaciones, de núcleos e iniciativas ya existentes. Tienen que aunar y aprovechar los esfuerzos del pasado, pero también tienen que fomentar las iniciativas innovadoras.
Nuestro objetivo es crear espacios de organización y participación ciudadana dentro y fuera del trabajo, núcleos de poder organizado para que las personas puedan trasladar directamente sus necesidades a las instituciones, a los medios de comunicación, a los centros del poder político local, y estatal.
Nuestro objetivo, en definitiva, es que nuestra generación vaya construyendo una sociedad mucho más justa, solidaria y sustentable, una sociedad socialista para el siglo XXI.
Bibliografía
CARREÑO, Fermín (2009), Izquierda moderna: La otra cara del neoliberalismo. México, Ed. Unidad Patriótica.
N. Bobbio, (1992)"Nuevas fronteras de la izquierda", en Leviatan, num. 47, Madrid.
Ramón Guzmán Ramos “La izquierda (neo) liberal” La jornada d Michoacán, 27/10/2009
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Fermín Carreño Meléndez |
El contexto
La distinción entre izquierdas y derechas se aplicó, por primera vez a la política, en la Francia revolucionaria. La Asamblea Constituyente, inició sus trabajos en 1792. Los diputados se hallaban divididos en dos grupos enfrentados: el de la Gironda, que se situó a la derecha del Presidente, y el de la Montaña, que se situó a la izquierda. En el centro tomó asiento una masa indiferenciada a la que se designó como el Llano -o la Marisma-. Los girondinos deseaban restaurar la legalidad y el orden monárquico, mientras que La Montaña propugnaba un estado revolucionario, el cual, después de anular a los girondinos, desembocaría en lo que se conoció -lamentablemente, aunque con justicia- como el Terror. Así se produjo una identificación de la izquierda con la radicalización revolucionaria que, al grito de "Libertad, Igualdad y Fraternidad", desencadenaría una etapa de utopías y ferocidad que sólo lograría detener el golpe de Estado de Bonaparte. Los implacables Robespierre, Danton y Marat fueron los caudillos y los definidores del primer partido político francés que se situó a la izquierda.
Qué es la izquierda?
Sin entrar en una gran discusión del concepto podríamos señalar a grandes rasgos que la izquierda se constituye sobre una escala de valores, entre los que se destacan la plena dignidad humana, el altruismo y la igualdad. Su interpretación de la realidad la opone a una sociedad basada en relaciones de explotación y/o dominación entre los hombres y los estados. Sus objetivos históricos se orientan a la superación de esas relaciones, a la transformación radical de las sociedades basadas en las mismas. Su praxis se expresa en programas de lucha por la constitución de nuevas relaciones sociales y por representar los intereses de los sectores explotados, marginados y dominados de las sociedades historicas.1
De esta manera, una izquierda consecuente se vera ante un horizonte socialista. El socialismo es actualmente para la izquierda, tanto una superación de las sociedades capitalistas, centrales y dependientes, como de las experiencias de los socialismos realmente existentes.
El origen en México
A principios de 1919 surge el Partico Comunista Mexicano (PCM), y con ello una corriente de opinión y acción que planteaba en un sentido claramente progresista las concepciones ideológicas del Marxismo Leninismo , esta expresión se abrió camino con la hoz y el martillo bajo un manto negro y rojo que cubría diversos movimientos obreros, campesino y populares. Para 1980, frente al auge de diversas organizaciones revolucionarias de corte político militar, el gobierno mexicano reforma el sistema electoral e impulsa la Ley de Organizaciones y Procesos Político Electorales (LOPPE), apareciendo la izquierda legal que cambia las protestas por votos, confrontando a la Izquierda Revolucionaria y estableciendo como principio que el cambio del capitalismo seria por la vía electoral, al igual que lo pregonaban los partidos europeos conocidos como eurocomunistas, mismos que fueron sus ideólogos y actualmente son el ejemplo a seguir a pesar de los grandes fracasos.
Izquierda y neoliberalismo
En el transcurso de la década de 1990, (Sader: 2009) el neoliberalismo penetró intensamente todo el espectro político de América Latina. El programa se aplicó originalmente por la extrema derecha en el Chile de Pinochet. Encontró otros adeptos en la derecha –como Alberto Fujimori en Perú–, pero también absorbió fuerzas que históricamente habían estado asociadas al nacionalismo: el PRI en México; el peronismo en Argentina bajo el mandato de Carlos Menem, y, en Bolivia, el Movimiento Nacionalista Revolucionario, el partido que había encabezado la revolución nacionalista de 1952 con Víctor Paz Estensoro. Después, el neoliberalismo se apoderó de la socialdemocracia, ganando la adhesión del Partido Socialista chileno, de Acción Democrática venezolana y del Partido Socialdemócrata brasileño. Se convirtió en un sistema hegemónico en prácticamente todo el territorio de América Latina.
El marco global de la lucha política e ideológica en América Latina se ha visto, pues, remodelado durante la hegemonía neoliberal. La transformación radical del equilibrio de poder impuesto por las dictaduras de las décadas precedentes experimentó un ulterior fortalecimiento con el nuevo orden mundial.
El reconocimiento del sistema capitalista como una realidad global contra la que no se puede luchar de raíz. La postura de que es posible darle a este capitalismo salvaje un rasgo civilizado: humanizar las relaciones de explotación del trabajo y de depredación de la naturaleza. Aspirar a construir una democracia de tinte representativo que no atente contra los elementos sagrados del sistema: la alta propiedad privada y el libre comercio de las grandes empresas. El poder político como el espacio de decisiones de carácter público para la protección de los intereses particulares de los grupos privilegiados.
La renuncia a concepciones fundamentales que en su momento le dieron razón de ser a la propia ideología, como la división y la lucha de clases sociales, la idea de que el Estado es un instrumento de represión en poder de la clase económicamente poderosa, la necesidad de darle a toda lucha emancipadora un carácter de clase y el objetivo de transformar a fondo las relaciones económicas y políticas para construir un horizonte de igualdad y justicia social donde nadie quede excluido por ninguna razón.
Estas de acuerdo con Guzmán (Guzmán: 2009) Son algunas de las características que distinguen ahora a un tipo de corriente política que se asume como de izquierda. Es la izquierda que reniega de su propio pasado y que no se atreve a incomodar a quienes, desde la derecha, no han cejado en su empeño de hacerse de un poder hegemónico para beneficio exclusivo de la clase empresarial. Esta izquierda que llama empleadores a quienes imponen relaciones de trabajo cada vez más desventajosas e indignas para los trabajadores; que alteran el medio ambiente con los desechos de sus empresas y que aumentan inhumanamente los índices de pobreza y de marginación en el mundo.
En contra partida y ante el abandono de las fuerzas populares por los antiguos aliados nacionalistas o socialdemócratas y las duras consecuencias sociales de los modelos económicos de libre mercado, propiciaron la aparición de movimientos sociales en primera línea de la resistencia contra el neoliberalismo. Ésta es la tercera y última estrategia surgida desde abajo. (Sader: 2009)
Los zapatistas, el movimiento de campesinos sin tierra (MST) en Brasil, los movimientos indígenas surgidos en Bolivia y Ecuador, o los piqueteros, activistas desempleados en Argentina, no son sino algunos de los grupos pioneros en esta nueva militancia. Han resistido dando lo mejor de sí mientras el neoliberalismo privaba al Estado de sus funciones mediante la privatización integral de las empresas públicas y la expropiación de los derechos al empleo formal, la salud y la educación. La oposición al ALCA fue el aspecto central de la plataforma zapatista hecha pública en 1994. (Sader: 2009)
La situación Actual
De nada sirve que el Programa Alternativo de Nación, sea el único de la izquierda electoral que avanza un poco en la ruptura con el modelo neoliberal, si la dirección actual está dispuesta a tirarlo a la basura por unas cuantas prebendas gubernamentales.
La exclusión de candidaturas y las opiniones no identificadas con el poder político, el endurecimiento de los requisitos electorales y la acumulación del poder han sustituido a la lucha ideológica, entonces la lucha por el poder se identifica con complacer mejor los deseos de los poderosos, los partidos políticos han devenido entonces en el filtro de ese poder .
Esa política ha dejado de lado, no sólo a los antecedentes históricos de las agrupaciones, sino además a su razón misma de ser, esto es aún más grave en el terreno de la izquierda en donde el utilitarismo ha sustituido a las doctrinas; así la izquierda electoral cada día es más moderada y luego se torna en una simple chamba.
La retórica ha sustituido a la doctrina social y ahora el aparato de poder es multipartidista, por ello ahora no se defienden las posiciones de las clases sociales, sino las de los grupos de poder, pues ellos patrocinan las candidaturas.
Los resultados recientes para “seleccionar” a los candidatos a puestos de representación proporcional, volvieron a mostrar la podredumbre que prevalece; es clara la imposición de candidatos cómodos; el reciclado de viejos legisladores que en su vida parlamentaria no se atrevieron a subir a tribuna, no digamos de aquellos que se enfermaban a la hora de las votaciones, para complacer a sus jefes, patrones y aliados políticos conectados a las casas de gobierno estatales y/o federales. Cuántos de ellos se preocuparon por lograr mayores presupuestos para el desarrollo regional y municipal. La mayoría le interesa asegura “hueso” por 3 años más.
Cuantos candidatos a presidentes municipales repiten nuevamente. Están muy “preocupados” por gobernar a los desprotegidos. En el caso del estado de México, como en la mayoría de los estados, no existe un proyecto de desarrollo municipal.
Es decepcionante ver los resultados de los gobiernos de “izquierda” en nuestros municipios; predomina el saqueo, el atraso, y es manifiesta la falta de perspectiva de desarrollo.
En el caso de quienes fueron los candidatos a legisladores federales o locales se repite la misma situación; aquellos que tienen el gran merito de cargar el portafolio, ser el chofer, o ser dama de compañía en las travesías “revolucionarias” del jefe de la tribu.
Una cosa nos queda claro que llegaron a la dirección de manera infausta, el acarreo, la despensa; el acuerdo con el gobernador, con el espurio, la transa, el relleno de urnas y demás fueron su táctica y estrategia.
Algunos personajes de la dirección asumen posiciones personales por encima de los documentos propios del partido; Jesús Ortega señalaba “que estamos por una economía de mercado. Es más muchos de los regidores pasados y actuales, hacen declaraciones a nombre del Partido, erigiéndose en los voceros únicos e irremediables para fijar las posturas que ellos consideran más convenientes a sus intereses. Estas acciones demuestran nuevamente la verdadera catadura de “los dirigentes”; el berrinche, la revancha, la insidia, el bloqueo, el colaboracionismo, es asunto de todos los días.
En muchos de los candidatos se borro la diferencia del PRD con los otros partidos, en ese pragmatismo ramplón hoy postulan a panistas, priistas y alguna otra variedad de personajes “democráticos”.
En la historia de participación electoral de los regidores y diputados emanados de las filas de la “izquierda” en Toluca, ha pasado desapercibidos por la mayoría de los electores. Es cotidiano leer en la prensa como los representantes de la “izquierda” se alinean cómodamente a los designios de los presidentes municipales y su partido, aún en contra de los interese de los habitantes; el caso de la reubicación de la terminal de autobuses, los incrementos al predial y servicios o hasta guardan silencio en casos de represión a los inconformes.
O cuántos conocen las propuestas? de desarrollo municipal; de seguridad, de promoción a la organización ciudadana; de mejoramiento a los servicios municipales. A los compañeros que son representantes populares se las ha olvidado que se deben a la población y al partido, que están ahí para servir al pueblo, no para servirse de él.
En la prensa local de Toluca, las editoriales hacen referencia al enriquecimiento fasttrack de “nuestros excelsos” representantes de la izquierda electoral, en funciones y ex; diputados, presidentes municipales, senadores y regidores.
Es más no se nos olvide que en el caso de San Salvador Atenco, fue el propio alcalde (en ese tiempo) de Texcoco, quien se presto y sirvió de comparsa con el gobierno actual para reprimir a los integrantes del Frente por la Defensa de la Tierra. Nuevamente la prensa local dio testimonio con notas periodísticas e inserciones pagadas, donde el entonces Coordinador de la Bancada del PRD, “aplaudía y respaldad las acciones del gobierno estatal para mantener la paz social y garantizar la vida de las instituciones democráticas”.
Como señala Alfonso Sánchez en su editorial (la jornada 14/mayo/2009, pág. 23) “…la política sin escándalo es sencillamente inimaginable, pues en la lucha por el poder, dicen, todo se vale y mejor tenerlo en cuenta. El doble lenguaje, la traición, la mentira sistemática, la simulación no aparecen como atributos negativos excepcionales de algunos partidos o personajes, lo cuales deberían rechazarse sin preguntar de dónde vienen (o someterse a los tribunales), sino como requisitos indispensables para la consecución de ciertos objetivos, cuya legitimidad, por el solo hecho de servirse de tales medios, resultaría por lo menos dudosa. Así es la política democrática, dicen, convencidos de que una vez aceptado el juego la palabra final la tendrán los resultados….”
La izquierda oficial parece estar montada en un lindo y encantador carrusel. Sus vueltas parecen recordar un eterno retorno – por aquello de utilizar la analogía de Nietzsche. Al parecer tenemos una izquierda que no se recupera de los tropiezos. Parece retornar una y otra vez a un modus operandi estéril que las ha llevado a una derechización y a arrastrar cuesta abajo sus niveles de influencia política, tal como sucede en algunos países europeos.
Esencialmente, la crisis de la izquierda electoral es consecuencia directa de la crisis de lo político propia de nuestros tiempos. En México los niveles de deslegitimación y cuestionamiento tanto al Estado, a los partidos políticos, instituciones gubernamentales, sindicatos, la banca privada y al marco jurídico que nos cobija (Estado de Derecho), por ende, a nuestro «orden democrático» liberal, alcanza niveles históricos. Esencialmente, y sin quererlo, nuestra izquierda está en el mismo bote. La izquierda, al igual que los tradicionales partidos políticos, se ha convertido en un pequeño grupo cerrado y autorreferencial, que la conduce insistentemente a un tipo de incesto intelectual, en donde no hay contacto con las realidades locales, regionales (América Latina) y global. Las líneas divisorias entre izquierda oficial y la derecha, crecientemente, continúan desapareciendo.
Seguimos enfrascados en el limbo electoral pendiente de éste, aquél y el otro posible candidato para las próximas elecciones. Se nos hace imprescindible salir del carrusel electoral y partidista y reconocer un movimiento distinto, uno que no va a vuelta redonda como el carrusel, sino hacia delante, que emana esencialmente de las diversas experiencias y subversiones que acontecen en lo cotidiano de la vida mexicana. Ese movimiento paralelo es el movimiento de la sociedad: llenos de tropezones, de contradicciones, no uniforme y operante en diversos tiempos y espacios. Este movimiento resiste no sólo al gobernador, al presidente, al legislativo, sino que resiste diariamente contra una realidad mucho mayor.
Esta es la historia de la decadencia política que bajo el paraguas democrático, muestra sus más bajos intereses; recrudece la polarización social por el estancamiento de las élites en el poder. Tal parece que solo nos queda como opción, pedir que se vayan todos y si no hay que echarlos.
Los desafíos
La Izquierda ha sido una esperanza para millones de personas durante décadas. Fue una garantía, y lo sigue siendo, de que otro mundo es posible. Pero la Izquierda viene sufriendo una prolongada erosión que no sólo se refleja en su retroceso electoral. La ciudadanía no participa en las decisiones importantes y el tejido asociativo es cada vez más débil.
Los errores políticos han sido numerosos y no queremos ignorarlos. Pero el neoliberalismo no sólo ha creado una enorme precariedad laboral y destrucción ambiental, no sólo ha alargado el tiempo de trabajo a costa del tiempo reservado a todo lo demás. Además, ha mantenido la división sexual del trabajo obligando a las mujeres a sobrevivir a base de jornadas diferentes.
Además, ha segmentado a la inmensa mayoría de la ciudadanía, y muy especialmente a las trabajadoras y los trabajadores, fomentado la competencia entre nosotros, atomizándonos, transmitiéndonos la sensación, de que somos los únicos responsables de los males que aquejan al mundo. De que no hay alternativa al actual orden de cosas.
Pero el neoliberalismo ha entrado en crisis. No ha muerto y hay intentos serios de recomponerlo. Pero sus recetas económicas, su influencia ideológica y su modelo de civilización están a la defensiva. Esto abre nuevas oportunidades para aquellos que creemos en una sociedad más justa y solidaria, en un modelo económico acorde con las necesidades de las personas y del medio ambiente, en la posibilidad y en la necesidad de una sociedad distinta. En algunos países esta situación está produciendo convergencias esperanzadoras entre todas las familias y sensibilidades de la Izquierda, en América Latina está abriendo un nuevo ciclo histórico.
Son procesos complejos en los que se tienen que abordar los desencuentros del pasado, los enfrentamientos entre el reformismo y el anticapitalismo más explícito, entre la cultura de la intervención directa y las formas más institucionales de participación política. Pero son procesos que despiertan esperanzas de un mundo mejor entre sectores amplios de la población.
Ha llegado la hora de poner en marcha este proceso en nuestro país. A pesar de la fragmentación de la Izquierda, del desencanto y de la desmovilización social, el potencial democrático de nuestra sociedad sigue siendo enorme. Debajo de la cáscara institucional y de la cultura política oficial, de la corrupción y la manipulación informativa, existen amplios espacios en los que la solidaridad, los valores de justicia social, de igualdad de género, de honestidad y transparencia siguen siendo innegociables.
Muchas personas que pueblan estos espacios realmente creen que es necesario construir un orden social y económico más justo, una civilización más pacífica y cooperativa en el planeta, un sistema de trabajo que dignifique a las personas y no que las destruya. Es posible construir una sociedad más igualitaria entre hombres y mujeres. En ellos y en ellas late la convicción de que es necesario crear una sociedad distinta a la capitalista. El momento es propicio para dar un paso así.
El modelo económico y productivo en México inaugurado hace varias décadas ha tocado fondo.
La cultura política, fuertemente bipartidista, alimenta la corrupción y el cohecho. Su modelo económico, basado en la renta financiera e inmobiliaria, nutre el poder de la banca frente al resto de la sociedad, fomenta la cultura del dinero fácil frente al trabajo productivo, la especulación frente al esfuerzo reconocido.
Nos corresponde iniciar un proceso amplio y capital que permita darle a este deseo y a esta necesidad de cambio una expresión política, cultural y organizativa. Los debemos comprometemos a trabajar para que todas las personas, organizaciones y grupos activos que nos reclamamos de la Izquierda empecemos a converger en un espacio común de deliberación y aprendizaje colectivo.
Es necesario reunirnos a nivel de barrio, de centro de trabajo, de ciudad, de estado, de escuela. De organizar foros temáticos y sectoriales para la refundación de la Izquierda, espacios en los que pretendemos ponernos de acuerdo sobre cómo abordar los grandes y los pequeños problemas que nos afectan, para intentar solucionarlos e ir definiendo un nuevo proyecto político de tipo democrático, popular y socialista.
Estos espacios tienen que ser plurales, pero tienen que comprometerse con un proyecto solidario en todo el municipio, el Estado y el mismo país, ser algo más que la suma de organizaciones, de núcleos e iniciativas ya existentes. Tienen que aunar y aprovechar los esfuerzos del pasado, pero también tienen que fomentar las iniciativas innovadoras.
Nuestro objetivo es crear espacios de organización y participación ciudadana dentro y fuera del trabajo, núcleos de poder organizado para que las personas puedan trasladar directamente sus necesidades a las instituciones, a los medios de comunicación, a los centros del poder político local, y estatal.
Nuestro objetivo, en definitiva, es que nuestra generación vaya construyendo una sociedad mucho más justa, solidaria y sustentable, una sociedad socialista para el siglo XXI.
Bibliografía
CARREÑO, Fermín (2009), Izquierda moderna: La otra cara del neoliberalismo. México, Ed. Unidad Patriótica.
N. Bobbio, (1992)"Nuevas fronteras de la izquierda", en Leviatan, num. 47, Madrid.
Ramón Guzmán Ramos “La izquierda (neo) liberal” La jornada d Michoacán, 27/10/2009
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