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Política
|
Los candidatos / Víctor Flores Olea
Víctor Flores Olea
Publicado: 20/02/2012 07:52
Publicado: 20/02/2012 07:52
Lo que resulta increíble es que el
candidato “amarrado” del PRI, Enrique Peña Nieto, en pocos meses
parece que se ha “desamarrado” gracias a pifias que no se
olvidan. Cierto que con las visiones tradicionales parecería fuera
de discusión la fuerza de su candidatura. Sin embargo, en el mundo
real de la política mexicana ese candidato, que pareció en un
momento tener una solidez a toda prueba, exhibe ya abrumadoramente
sus debilidades y se esparce entre la ciudadanía atenta una tremenda
convicción de mediocridad indiscutible. La desilusión se establece
entre gran número de tempranos partidarios del PRI-Enrique Peña
Nieto.
Pero no es gratuita esa desilusión y pérdida de prestigio: no solamente por su debilidad intelectual general, una de cuyas cumbres se dio en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, por su incapacidad para mencionar título alguno de libro que hubiera leído recientemente. Pues bien, su amnesia fue total salvo que el libro recordado era, ni más ni menos, de un autor muy distinto al título que mencionó.
Pero en efecto ese olvido, ciertamente anecdótico aunque significativo, ha sido confirmado por la ausencia casi total en sus engolados discursos de referencias realmente informadas de los problemas mexicanos. Es verdad lo que dice Arnaldo Córdova: el PRI, pese a los anuncios reiterados, después de que perdió la Presidencia de la República con Vicente Fox, no ha mostrado ningún cambio, de discurso y menos de política, y de esa grave parálisis no ha despertado con Peña Nieto. Difícilmente hubiera ocurrido: el “cachorro”, el clásico “canterano” de las infanterías del PRI aprendió bien la lección de sus mayores: el gesto y el tono engolado de la voz pero no la efectiva vocación política de los fundadores del PRI y menos aún de los impulsores de la Revolución Mexicana.
Naturalmente que el PRI pudiera triunfar en la elección de mayo de 2012, pero el comentario más extendido: ganaría para quedarse en el mismo lugar, es decir, para quedarse pasmado ante una actualidad política que ya no es suya ni de Peña Nieto, sino de una juventud mexicana que ve su horizonte muy distinto al del México paralizado, salvo tal vez en los chanchullos y en la corrupción (aunque por supuesto no tiene la exclusividad de tales atributos, según lo han mostrado el PAN al frente del gobierno durante doce años y el PRD parcialmente).
La que puede resultar una relativa sorpresa, después de las elecciones internas del PAN para seleccionar a su candidato presidencial, es el votación que tal vez pueda obtener en su candidatura próxima, Josefina Vázquez Mota. Tal vez no sea del todo desechable la señora no obstante que los 10 años de panismo en la presidencia representan para ese partido su peor carta de recomendación. Por lo demás, la candidata del PAN, en su función pública, no se ha distinguido en ningún aspecto, lo cual también disminuye severamente sus oportunidades. Todo indica que el PAN está pues fuera de toda oportunidad para el 2012.
Diría que en términos objetivos quedarían en la mente de los electores dos candidatos efectivos: Andrés Manuel López Obrador y Enrique Peña Nieto. El segundo, porque a pesar de lo dicho habría indicios de que el viejo Dinosaurio ha vuelto a sus estilos de acarreo y de organización piramidal, y ello, pese a sus múltiples debilidades actuales.
En todo caso, pese a ciertos números que todavía circulan en favor de Peña Nieto, el candidato triunfador posible resulta ser Andrés Manuel López Obrador, por el dinamismo de su campaña, por su conocimiento real del país, por el vínculo que ha ido estableciendo con la gente, porque es el candidato que ha elaborado hasta ahora el programa de gobierno más sólido. Todo indicaría que a estas alturas resulta la candidatura más fuerte, ya que su vocación social y su voluntad de resolver los problemas más serios del país ha tocado ya a las mayorías ciudadanas y todo indica que ello se reflejará necesariamente en los números electorales.
No terminaríamos de enumerar las convergencias programáticas de López Obrador con ciertas convicciones absolutamente generalizadas de la ciudadanía mexicana. Mencionemos el Petróleo: en tanto que Peña Nieto anuncia que su intención es privatizarlo López Obrador declara que en su gobierno será una de las palancas centrales del desarrollo económico de México.
Con López Obrador un sin fin de principios vuelven a su cauce: el Petróleo, paro también la educación y la salud que vuelven a ocupan un lugar central en su programa de gobierno, en lugar de ser olvidados como ha ocurrido en los últimos años de gobiernos panistas y priístas.
La política exterior se verá también fortalecido en el sentido nacional y en el sentido de los grandes principios que le otorgaron siempre a México un primer rango y prestigio mundial. Tal es la gran diferencia entre los principios de gobierno anunciados por López Obrador y el freno y parálisis que sobre estas materias mostraron el PAN y el PRI en sus últimos años al frente del gobierno de la República. Tal será la diferencia en números de los votantes el próximo mes de mayo.
En todo caso, nos enfrentamos a una grave opción nacional que nos indica la opción de la legalidad, de la seguridad y de la igualdad nacionales, y la de terminar para siempre con la fatalidad de un gran país como México que se pliega lamentablemente a su vecino del norte, a los dueños del dinero, aquí y afuera, y que pone al servicio del mejor postor la soberanía y dignidad de la nación.
Pero no es gratuita esa desilusión y pérdida de prestigio: no solamente por su debilidad intelectual general, una de cuyas cumbres se dio en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, por su incapacidad para mencionar título alguno de libro que hubiera leído recientemente. Pues bien, su amnesia fue total salvo que el libro recordado era, ni más ni menos, de un autor muy distinto al título que mencionó.
Pero en efecto ese olvido, ciertamente anecdótico aunque significativo, ha sido confirmado por la ausencia casi total en sus engolados discursos de referencias realmente informadas de los problemas mexicanos. Es verdad lo que dice Arnaldo Córdova: el PRI, pese a los anuncios reiterados, después de que perdió la Presidencia de la República con Vicente Fox, no ha mostrado ningún cambio, de discurso y menos de política, y de esa grave parálisis no ha despertado con Peña Nieto. Difícilmente hubiera ocurrido: el “cachorro”, el clásico “canterano” de las infanterías del PRI aprendió bien la lección de sus mayores: el gesto y el tono engolado de la voz pero no la efectiva vocación política de los fundadores del PRI y menos aún de los impulsores de la Revolución Mexicana.
Naturalmente que el PRI pudiera triunfar en la elección de mayo de 2012, pero el comentario más extendido: ganaría para quedarse en el mismo lugar, es decir, para quedarse pasmado ante una actualidad política que ya no es suya ni de Peña Nieto, sino de una juventud mexicana que ve su horizonte muy distinto al del México paralizado, salvo tal vez en los chanchullos y en la corrupción (aunque por supuesto no tiene la exclusividad de tales atributos, según lo han mostrado el PAN al frente del gobierno durante doce años y el PRD parcialmente).
La que puede resultar una relativa sorpresa, después de las elecciones internas del PAN para seleccionar a su candidato presidencial, es el votación que tal vez pueda obtener en su candidatura próxima, Josefina Vázquez Mota. Tal vez no sea del todo desechable la señora no obstante que los 10 años de panismo en la presidencia representan para ese partido su peor carta de recomendación. Por lo demás, la candidata del PAN, en su función pública, no se ha distinguido en ningún aspecto, lo cual también disminuye severamente sus oportunidades. Todo indica que el PAN está pues fuera de toda oportunidad para el 2012.
Diría que en términos objetivos quedarían en la mente de los electores dos candidatos efectivos: Andrés Manuel López Obrador y Enrique Peña Nieto. El segundo, porque a pesar de lo dicho habría indicios de que el viejo Dinosaurio ha vuelto a sus estilos de acarreo y de organización piramidal, y ello, pese a sus múltiples debilidades actuales.
En todo caso, pese a ciertos números que todavía circulan en favor de Peña Nieto, el candidato triunfador posible resulta ser Andrés Manuel López Obrador, por el dinamismo de su campaña, por su conocimiento real del país, por el vínculo que ha ido estableciendo con la gente, porque es el candidato que ha elaborado hasta ahora el programa de gobierno más sólido. Todo indicaría que a estas alturas resulta la candidatura más fuerte, ya que su vocación social y su voluntad de resolver los problemas más serios del país ha tocado ya a las mayorías ciudadanas y todo indica que ello se reflejará necesariamente en los números electorales.
No terminaríamos de enumerar las convergencias programáticas de López Obrador con ciertas convicciones absolutamente generalizadas de la ciudadanía mexicana. Mencionemos el Petróleo: en tanto que Peña Nieto anuncia que su intención es privatizarlo López Obrador declara que en su gobierno será una de las palancas centrales del desarrollo económico de México.
Con López Obrador un sin fin de principios vuelven a su cauce: el Petróleo, paro también la educación y la salud que vuelven a ocupan un lugar central en su programa de gobierno, en lugar de ser olvidados como ha ocurrido en los últimos años de gobiernos panistas y priístas.
La política exterior se verá también fortalecido en el sentido nacional y en el sentido de los grandes principios que le otorgaron siempre a México un primer rango y prestigio mundial. Tal es la gran diferencia entre los principios de gobierno anunciados por López Obrador y el freno y parálisis que sobre estas materias mostraron el PAN y el PRI en sus últimos años al frente del gobierno de la República. Tal será la diferencia en números de los votantes el próximo mes de mayo.
En todo caso, nos enfrentamos a una grave opción nacional que nos indica la opción de la legalidad, de la seguridad y de la igualdad nacionales, y la de terminar para siempre con la fatalidad de un gran país como México que se pliega lamentablemente a su vecino del norte, a los dueños del dinero, aquí y afuera, y que pone al servicio del mejor postor la soberanía y dignidad de la nación.
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