viernes, 4 de enero de 2019

MANIFIESTO DEL MOVIMIENTO DE UNIDAD SOCIALISTA AL PUEBLO DE MÉXICO




MANIFIESTO DEL
MOVIMIENTO DE UNIDAD SOCIALISTA
AL PUEBLO DE MÉXICO






La necesidad, urgencia y posibilidad de construir una alternativa a la barbarie capitalista ha convocado a que diversos grupos socialistas se reorganicen y debatan con el fin de hacer propuestas y comprometerse en la acción para transformar radicalmente a México. Nuestra certidumbre es que el actual proyecto de muerte impulsado desde el capital financiero internacional y las oligarquías locales conducen al mundo al abismo, por lo cual debe ser derruido. El socialismo es hoy la alternativa certera y viable ante la severa crisis de la actual sociedad capitalista que sólo produce miseria, desempleo, bajos salarios, desigualdad, injusticia, opresión, inseguridad, degradación de la naturaleza y deshumanización.

La prolongada lucha social, y la acumulación de experiencias democráticas, producto de batallas políticas y culturales de los sectores subalternos de la nación, abrieron brecha y posibilitaron el contundente triunfo electoral de AMLO hace seis meses. La coalición ganadora en los comicios del primero de julio, fue catapultada a la cima del poder político, no por un arreglo entre las élites, sino por una insurrección cívica-electoral, cuyos antecedentes inmediatos en las urnas se remontan a 1988 y 2006, pero fue guiada y fortalecida por las precedentes luchas obreras, campesinas y populares en contra de la políticas burguesas autoritarias y neoliberales.

Fuimos parte de los afanes para impedir la continuidad conservadora de los partidos defensores del estercolero burgués, promovimos el voto por los candidatos de MORENA y no estamos por el fracaso del gobierno de López Obrador, lo apoyaremos en sus acciones contra la poderosa mafia del poder económico; pero reconocemos que el ímpetu popular fue decisivo para el repudio al sector dominante; por lo cual la nueva administración está obligada a no claudicar ante el reclamo de la ciudadanía, que en diferentes tonos exige un sistema económico más justo, un régimen político democrático y defensa de las libertades y derechos políticos, una nueva orientación de la política económica y del gasto público, el respeto irrestricto a la cultura y autonomía de los pueblos originarios y una esperanza de vida mejor para la franja más vulnerada del país.

El triunfo del 1 de julio es sólo una parte de la lucha por la liberación aún pendiente y será materializada con la victoria popular sobre la oligarquía financiera, del trabajo sobre el capital, de un nuevo constituyente por encima de un pacto social desgastado, de una educación democrática contra la instrucción alienada, de un feminismo libertario en lugar del patriarcalismo decadente y esperpéntico, de una sociedad en armonía con la naturaleza sobre el extractivismo depredador, de un mundo de paz, emancipado y justo, que sustituya al actual de caos, horror, desesperanza y degradación material y espiritual.

No nos satisfacen las llamadas revoluciones pasivas, las impelidas sólo desde arriba, pues sin el concurso de todas y todos, los cambios no se producen, las coyunturas favorables se pierden y las expectativas languidecen y derrumban. Si las transformaciones no son acicateadas y  se posponen para un futuro indeterminado, aparece la frustración y surge el inmenso riesgo del retroceso, pues las opciones de la regresión están al acecho. La participación en los comicios es zigzagueante y a menudo pendular; la correlación de fuerzas no permanece estática, la lucha de clases se agudiza y nada está predeterminado fatalmente, las victorias no son para siempre... ni las derrotas tampoco; de ahí el imperativo de fortalecer al sujeto social del cambio y la construcción de los instrumentos políticos de la liberación.

El programa socialista no puede aparecer por decreto, pero es menester exigir medidas inmediatas que desacaten las recomendaciones de los organismos financieros internacionales en relación al recorte del gasto social. Se precisa llamar a la movilización popular y a la formación política del mundo del trabajo para derrotar la contraofensiva neoliberal. No se puede dejar de lado una auditoría a la deuda pública con participación ciudadana y la vigilancia estricta de los movimientos del capital para evitar su migración a los centros económicos imperiales; la renacionalización de los sectores energéticos y financieros y el fortalecimiento del sector público y social de la economía no pueden esperar para las calendas griegas, ni tampoco  el control obrero de la producción.

El enfrentamiento con los sectores pudientes es inevitable si la  cuarta transformación no es sólo discursiva, la verdadera justicia social no se logrará si los privilegiados del antiguo régimen siguen intocados, es vital un ajuste de cuentas con la plutocracia; el sistema fiscal debe ser reformado incrementando impuestos a los que más tienen, el salario y el empleo tienen que protegerse, lo mismo que las pensiones, se debe poner freno a los megaproyectos saqueadores del territorio y las contrarreformas derogarse; la acumulación por despojo no puede continuar y un proceso constituyente desde abajo es preciso empezarlo en el menor tiempo posible. Sólo así se pone una muralla a la cúpula parasitaria y rapaz de un sector sórdido de la clase dominante - la lumpen burguesía- donde proliferan los apetitos más oscuros y malsanos del desenfreno por la riqueza obscena, asociada a los negocios turbios, a las fortunas al amparo del poder público y a la industria trasnacional del crimen y el lucro especulativo. En ese lugar la ética brilla por su ausencia para lograr los objetivos más infames.

En este año 2019 se cumple el centenario de la constitución del primer Partido Comunista de México bajo los principios del marxismo, y en el marco de esta conmemoración invitamos a lo mejor de la sociedad mexicana, a los contingentes socialistas dispersos para organizar y robustecer una herramienta libertaria capaz de participar al lado del pueblo trabajador y marchar con decisión en pos de una sociedad sin las lacras sociales del presente.

Sin rodeos lo declaramos, somos socialistas y comunistas, provenimos de las luchas de antaño y las actuales, persuadidos estamos de que un mundo nuevo, socialista, libre de toda forma de explotación, humanista, más allá del antropocentrismo, respetuoso de la madre tierra, feminista y democrático es posible.

Nosotros al conformar el Movimiento de Unidad Socialista honramos la memoria de todos aquellos que han ofrendado su vida a la causa más noble de la humanidad que es crear una sociedad de iguales en donde impere la fraternidad.

Convocamos ahora que la marea popular está alta después del triunfo de julio, hoy que la voluntad de cambio y los fermentos de revolución son inocultables a no bajar la guardia, a incorporarse a la reconstrucción de nuestra convivencia social. Llamamos a todas las personas que se oponen al saqueo de nuestra patria, a quienes no convalidan el abuso y el pillaje de las oligarquías extranjeras y domésticas, a quienes sufren humillaciones por el color de su piel, preferencias sexuales, edad o condición social a ser parte integrante de este esfuerzo renovado por emprender camino  hacia la construcción de una nueva sociedad: el socialismo.

El ideal socialista no está perdido, después de un letargo transitorio se encuentra de regreso, fue afectado por la irracionalidad de la propaganda de odio y descrédito del capital financiero internacional, amén de no pocos errores, limitaciones y desviaciones cometidas. Nuestra tarea no está en la repetición de dogmas, sino en articular las demandas dispersas del sector oprimido de la sociedad. El socialismo que propugnamos está fuertemente enraizado en la historia de México y tiene componentes patrióticos, democráticos, populares, feministas, internacionalistas, de clase, de reconocimiento e inclusión de los pueblos originarios y de ecología integral; nuestra brújula es el pensamiento crítico y la práctica emancipadora.

A 100 años del Partido Comunista de México refrendamos el viejo anhelo de una sociedad de paz digna y trabajo fecundo y desalienado, de justicia, igualdad y democracia radical. Llamamos a cerrarle el paso al triunfalismo frívolo que después se trasmuta en desánimo y apatía. La senda requiere dedicación y lucha, decisión revolucionaria y altitud de miras, la brega colectiva nos inspira y pretendemos conformar un gran agrupamiento de las y los socialistas mexicanos, un partido de los asalariados, de los que viven de su trabajo, de los oprimidos y desposeídos y de los que luchan por una vida digna y por el desarrollo humano integral.

Llamamos a todos los que luchan por el socialismo a construir una gran organización, en donde prive la solidaridad, el respeto mutuo y la crítica y autocrítica, para que las demandas históricas del pueblo de México, de justicia, soberanía, libertad, democracia, paz, igualdad y fraternidad con los demás pueblos se hagan realidad.

Llamamos a conformar una gran organización que elabore el programa socialista para México con el concurso de sus agremiados, una organización que sea ejemplo de democracia y de deliberación crítica, una organización consecuente, responsable, de militantes comprometidos y con convicción revolucionaria. Una organización que forme a sus cuadros y a su militancia con sólidos principios revolucionarios, en la congruencia del pensar y el actuar y sea ajeno a todo dogmatismo y oportunismo. La fuerza de toda organización socialista reside en sus principios y en la justeza de su línea política cuando son resultado de la deliberación democrática.

Llamamos a crear una gran organización socialista, que acompañe a los trabajadores, a los campesinos, mujeres, jóvenes y a todos los desposeídos y olvidados, en sus movilizaciones y luchas para crear el verdadero poder social transformador y forjar un mundo mejor.



Movimiento de Unidad Socialista
(MUS)

                              



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