La necesidad, urgencia y posibilidad de construir
una alternativa a la barbarie capitalista ha convocado a que diversos grupos
socialistas se reorganicen y debatan con el fin de hacer propuestas y
comprometerse en la acción para transformar radicalmente a México. Nuestra
certidumbre es que el actual proyecto de muerte impulsado desde el capital
financiero internacional y las oligarquías locales conducen al mundo al abismo,
por lo cual debe ser derruido. El socialismo es hoy la alternativa certera y viable ante la severa
crisis de la actual sociedad capitalista que sólo produce miseria, desempleo,
bajos salarios, desigualdad, injusticia, opresión, inseguridad, degradación de
la naturaleza y deshumanización.
La prolongada lucha social, y la acumulación de
experiencias democráticas, producto de batallas políticas y culturales de los
sectores subalternos de la nación, abrieron brecha y posibilitaron el
contundente triunfo electoral de AMLO hace seis meses. La coalición ganadora en
los comicios del primero de julio, fue catapultada a la cima del poder
político, no por un arreglo entre las élites, sino por una insurrección
cívica-electoral, cuyos antecedentes inmediatos en las urnas se remontan a 1988
y 2006, pero fue guiada y fortalecida por las precedentes luchas obreras,
campesinas y populares en contra de la políticas burguesas autoritarias y
neoliberales.
Fuimos parte de los afanes para impedir la
continuidad conservadora de los partidos defensores del estercolero burgués,
promovimos el voto por los candidatos de MORENA y no estamos por el fracaso del
gobierno de López Obrador, lo apoyaremos en sus acciones contra la poderosa
mafia del poder económico; pero reconocemos que el ímpetu popular fue decisivo
para el repudio al sector dominante; por lo cual la nueva administración está
obligada a no claudicar ante el reclamo de la ciudadanía, que en diferentes
tonos exige un sistema económico más justo, un régimen político democrático y
defensa de las libertades y derechos políticos, una nueva orientación de la
política económica y del gasto público, el respeto irrestricto a la cultura y
autonomía de los pueblos originarios y una esperanza de vida mejor para la
franja más vulnerada del país.
El triunfo del 1 de julio es sólo una parte de
la lucha por la liberación aún pendiente y será materializada con la victoria
popular sobre la oligarquía financiera, del trabajo sobre el capital, de un
nuevo constituyente por encima de un pacto social desgastado, de una educación
democrática contra la instrucción alienada, de un feminismo libertario en lugar
del patriarcalismo decadente y esperpéntico, de una sociedad en armonía con la
naturaleza sobre el extractivismo depredador, de un mundo de paz, emancipado y
justo, que sustituya al actual de caos, horror, desesperanza y degradación
material y espiritual.
No nos satisfacen las llamadas revoluciones
pasivas, las impelidas sólo desde arriba, pues sin el concurso de todas y
todos, los cambios no se producen, las coyunturas favorables se pierden y las
expectativas languidecen y derrumban. Si las transformaciones no son
acicateadas y se posponen para un futuro indeterminado, aparece la
frustración y surge el inmenso riesgo del retroceso, pues las opciones de la
regresión están al acecho. La participación en los comicios es zigzagueante y a
menudo pendular; la correlación de fuerzas no permanece estática, la lucha de
clases se agudiza y nada está predeterminado fatalmente, las victorias no son
para siempre... ni las derrotas tampoco; de ahí el imperativo de fortalecer al
sujeto social del cambio y la construcción de los instrumentos políticos de la liberación.
El programa socialista no puede aparecer por
decreto, pero es menester exigir medidas inmediatas que desacaten las
recomendaciones de los organismos financieros internacionales en relación al
recorte del gasto social. Se precisa llamar a la movilización popular y a la
formación política del mundo del trabajo para derrotar la contraofensiva
neoliberal. No se puede dejar de lado una auditoría a la deuda pública con
participación ciudadana y la vigilancia estricta de los movimientos del capital
para evitar su migración a los centros económicos imperiales; la
renacionalización de los sectores energéticos y financieros y el
fortalecimiento del sector público y social de la economía no pueden esperar
para las calendas griegas, ni tampoco el
control obrero de la producción.
El enfrentamiento con los sectores pudientes es
inevitable si la cuarta transformación no es sólo discursiva, la
verdadera justicia social no se logrará si los privilegiados del antiguo
régimen siguen intocados, es vital un ajuste de cuentas con la plutocracia; el
sistema fiscal debe ser reformado incrementando impuestos a los que más tienen,
el salario y el empleo tienen que protegerse, lo mismo que las pensiones, se debe
poner freno a los megaproyectos saqueadores del territorio y las
contrarreformas derogarse; la acumulación por despojo no puede continuar y un
proceso constituyente desde abajo es preciso empezarlo en el menor tiempo
posible. Sólo así se pone una muralla a la cúpula parasitaria y rapaz de un
sector sórdido de la clase dominante - la lumpen burguesía- donde proliferan
los apetitos más oscuros y malsanos del desenfreno por la riqueza obscena,
asociada a los negocios turbios, a las fortunas al amparo del poder público y a
la industria trasnacional del crimen y el lucro especulativo. En ese lugar la
ética brilla por su ausencia para lograr los objetivos más infames.
En este año 2019 se cumple el centenario de la
constitución del primer Partido Comunista de México bajo los principios del
marxismo, y en el marco de esta conmemoración invitamos a lo mejor de la
sociedad mexicana, a los contingentes socialistas dispersos para organizar y
robustecer una herramienta libertaria capaz de participar al lado del pueblo
trabajador y marchar con decisión en pos de una sociedad sin las lacras
sociales del presente.
Sin rodeos lo declaramos, somos socialistas y
comunistas, provenimos de las luchas de antaño y las actuales, persuadidos
estamos de que un mundo nuevo, socialista, libre de toda forma de explotación,
humanista, más allá del antropocentrismo, respetuoso de la madre tierra,
feminista y democrático es posible.
Nosotros al conformar el Movimiento de Unidad Socialista honramos la
memoria de todos aquellos que han ofrendado su vida a la causa más noble de la
humanidad que es crear una sociedad de iguales en donde impere la fraternidad.
Convocamos ahora que la marea popular está alta
después del triunfo de julio, hoy que la voluntad de cambio y los fermentos de
revolución son inocultables a no bajar la guardia, a incorporarse a la
reconstrucción de nuestra convivencia social. Llamamos a todas las personas que
se oponen al saqueo de nuestra patria, a quienes no convalidan el abuso y el
pillaje de las oligarquías extranjeras y domésticas, a quienes sufren
humillaciones por el color de su piel, preferencias sexuales, edad o condición
social a ser parte integrante de este esfuerzo renovado por emprender
camino hacia la construcción de una
nueva sociedad: el socialismo.
El ideal socialista no está perdido, después de
un letargo transitorio se encuentra de regreso, fue afectado por la
irracionalidad de la propaganda de odio y descrédito del capital financiero
internacional, amén de no pocos errores, limitaciones y desviaciones cometidas.
Nuestra tarea no está en la repetición de dogmas, sino en articular las
demandas dispersas del sector oprimido de la sociedad. El socialismo que
propugnamos está fuertemente enraizado en la historia de México y tiene
componentes patrióticos, democráticos, populares, feministas,
internacionalistas, de clase, de reconocimiento e inclusión de los pueblos
originarios y de ecología integral; nuestra brújula es el pensamiento crítico y
la práctica emancipadora.
A 100 años del Partido Comunista de México
refrendamos el viejo anhelo de una sociedad de paz digna y trabajo fecundo y
desalienado, de justicia, igualdad y democracia radical. Llamamos a cerrarle el
paso al triunfalismo frívolo que después se trasmuta en desánimo y apatía. La
senda requiere dedicación y lucha, decisión revolucionaria y altitud de miras,
la brega colectiva nos inspira y pretendemos conformar un gran agrupamiento de
las y los socialistas mexicanos, un partido de los asalariados, de los que
viven de su trabajo, de los oprimidos y desposeídos y de los que luchan por una
vida digna y por el desarrollo humano integral.
Llamamos a todos los que luchan por el socialismo a construir una gran
organización, en donde prive la solidaridad, el respeto mutuo y la crítica y
autocrítica, para que las demandas históricas del pueblo de México, de
justicia, soberanía, libertad, democracia, paz, igualdad y fraternidad con los
demás pueblos se hagan realidad.
Llamamos a conformar una gran organización que elabore el programa
socialista para México con el concurso de sus agremiados, una organización que
sea ejemplo de democracia y de deliberación crítica, una organización
consecuente, responsable, de militantes comprometidos y con convicción
revolucionaria. Una organización que forme a sus cuadros y a su militancia con
sólidos principios revolucionarios, en la congruencia del pensar y el actuar y
sea ajeno a todo dogmatismo y oportunismo. La fuerza de toda organización
socialista reside en sus principios y en la justeza de su línea política cuando
son resultado de la deliberación democrática.
Llamamos a crear una gran organización socialista, que acompañe a los
trabajadores, a los campesinos, mujeres, jóvenes y a todos los desposeídos y
olvidados, en sus movilizaciones y luchas para crear el verdadero poder social
transformador y forjar un mundo mejor.