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Bernie Sanders: ‘El modelo económico global está fracasando’
Por BERNIE SANDERS
1
julio 2016
¡Qué
sorpresa! Los trabajadores en el Reino Unido, muchos de los cuales han
visto cómo ha disminuido su estándar de vida mientras los más ricos de su
país se vuelven más ricos, le han dado la espalda a la Unión Europea y a una
economía globalizada que les está fallando a ellos y a sus hijos.
No
solo los británicos están sufriendo. Esa economía cada vez más globalizada,
establecida y mantenida por la élite económica del mundo, le está fallando
a la gente en todas partes. Por más increíble que parezca, las 62 personas más
ricas del planeta tienen tanta riqueza como la mitad más pobre de la población
mundial, cerca de 3 mil millones de personas. El uno por ciento ahora posee más
riqueza que el resto del 99 por ciento. Los muy muy ricos disfrutan lujos
inimaginables mientras miles de millones de personas sufren pobreza extrema,
desempleo y carecen de educación, vivienda, agua potable y seguridad social
adecuada.
¿Este
rechazo al estado actual de la economía global podría darse en Estados
Unidos? Por supuesto que sí.
Durante
mi campaña para la nominación presidencial del Partido Demócrata visité 46
estados. Lo que vi y lo que escuché demasiadas veces fueron las dolorosas
realidades que pasan desapercibidas por la élite política y los
medios.
En
los últimos 15 años, han cerrado cerca de 600.000 fábricas en el país y han
desaparecido más de 4,8 millones de trabajos de manufactura bien pagados. Gran
parte de este problema está relacionado con acuerdos comerciales desastrosos
que animan a las corporaciones a mudarse a países con salarios
más bajos.
A
pesar del gran aumento en la productividad, la media de los hombres trabajadores
en Estados Unidos gana hoy 726 dólares menos que en 1973, mientras que la media
de mujeres trabajadoras gana 1154 dólares menos que en 2007, después de ajustar
la inflación.
Cerca
de 47 millones de estadounidenses viven en la pobreza. Unos 28 millones no tiene
seguro médico y muchos otros tienen malos seguros. Millones de personas están
luchando con niveles escandalosos de deuda estudiantil. Tal vez por primera vez
en la historia moderna, nuestra generación más joven probablemente tendrá un
estándar de vida menor que el de sus padres. Aún más alarmante: millones de
estadounidenses con una educación deficiente tendrán una esperanza de vida menor
que la generación previa pues sucumben ante la desesperación, las drogas y el
alcohol.
Mientras
tanto, en nuestro país el uno por ciento más rico ahora tiene casi tanta riqueza
como el 90 por ciento de los más pobres. Cincuenta y ocho por ciento de todo el
nuevo ingreso se está yendo hacia ese uno por ciento. Wall Street y los
multimillonarios, mediante sus “super-PAC” (Comités de Acción Política), pueden
comprar elecciones.
En
mi campaña, hablé con trabajadores incapaces de ganarse la vida con
apenas 8 o 9 dólares la hora; jubilados que sufren para comprar la medicina
que necesitan aunque reciben 9000 dólares al año en seguridad social;
jóvenes que no pueden pagar la universidad. También visité a ciudadanos
estadounidenses de Puerto Rico, donde el 58 por ciento de los niños vive en la
pobreza y solo un poco más del 40 por ciento de la población adulta tiene un
trabajo o está buscando uno.
Hablemos
claro: la economía global no está funcionando para la mayoría de las personas en
nuestro país ni en el mundo. Este es un modelo económico que desarrolló la élite
económica para beneficiar a la élite económica.
Necesitamos
un cambio verdadero.
Pero
no necesitamos un cambio con base en la demagogia, la intolerancia y el
sentimiento antiinmigrante que tanto ha prevalecido en la retórica de la campaña
de la salida de la Unión Europea, y que es fundamental en el mensaje de Donald
Trump.
Necesitamos
a un presidente que apoye vigorosamente la cooperación internacional que
estrecha lazos entre la gente a nivel global, que reduzca el
hipernacionalismo y disminuya la posibilidad de una guerra. También necesitamos
a un presidente que respete los derechos democráticos de las personas y que
luche por una economía que proteja los intereses de los trabajadores y no solo
los de Wall Street, las empresas farmacéuticas y otros intereses especiales.
Fundamentalmente,
necesitamos rechazar nuestras políticas de “libre mercado” y movernos hacia un
mercado justo. Los estadounidenses no tendrían que competir contra trabajadores
en países que pagan sueldos bajos y que ganan centavos por hora. Debemos
tumbar el Acuerdo Transpacífico. Debemos ayudar a los países pobres a
desarrollar modelos económicos sostenibles.
Necesitamos
acabar con el escándalo internacional en el que las grandes corporaciones y
los más ricos no pagan billones de dólares en impuestos a sus gobiernos
nacionales.
Necesitamos
crear decenas de millones de trabajos a nivel mundial, combatiendo el cambio
climático global y transformando el sistema energético mundial para que se
elimine el uso de combustibles fósiles.
Necesitamos
un esfuerzo internacional para disminuir el gasto militar en el mundo y
abordar las causas de las guerras: la pobreza, el odio, la desesperanza y la
ignorancia.
La
noción de que Donald Trump podría beneficiarse de las mismas fuerzas que
promovieron la salida del Reino Unido de la Unión Europea debería
prender una alarma en el Partido Demócrata en Estados Unidos. Millones de
votantes estadounidenses, como los ingleses que apoyaban
el brexit, se sienten comprensiblemente enojados y frustrados con
las fuerzas económicas que están destruyendo la clase media.
Estamos
ante un momento clave, donde el Partido Demócrata y el nuevo presidente
demócrata necesitan dejar claro que apoyamos a los que están luchando y a los
rezagados. Debemos crear economías nacionales y globales que funcionen para
todos, no solo para un puñado de billonarios.
Bernie
Sanders, senador de Vermont, es un candidato para la nominación presidencial del
Partido Demócrata.
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