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Nosotras
pensamos que la Iglesia Católica debe transformarse
y
pedir
perdón a las mujeres,
porque
es una de las instituciones más patriarcales y misóginas
Ciudad
de México, 11 de febrero de 2016
JORGE
MARIO BERGOGLIO, SJ
JEFE
DEL ESTADO VATICANO
PRESENTE
Papa
Francisco:
Bienvenido
a México. Nos han informado que no viene a resolver problemas,
tomamos nota, pero queremos que los conozca y además solicitarle
algunas cosas:
Le
informamos que en México hay hambre, miseria, desempleo y mucha
descomposición institucional y social. México tiene ya 8 años en
una supuesta “guerra contra el narcotráfico” que impuso Estados
Unidos vía la Iniciativa Mérida, la cual ha dejado más de 150 mil
muertos, mucho más de los 26 mil desaparecidos que se reconocen
oficialmente, más de medio millón de personas desplazadas.
En
realidad, la guerra no ha solucionado el tráfico de drogas, porque
estas son tan accesibles como un refresco, pero ha logrado la
militarización del país y de las policías, aunque los problemas de
seguridad van en aumento, porque en realidad, la delincuencia
organizada y la oficial, son una y la misma cosa. Cada
día hay más presas y presos políticos. En
este país es más peligroso ser periodista que en los países donde
sí se reconoce que hay guerra.
Las
élites gobernantes son cínicas, corruptas y demagogas. Las
elecciones de las que son resultado son una farsa: compran votos al
por mayor, pues, además del dinero público, sus ligas con el
narcotráfico les dan recursos de sobra y usan la intimidación y
todas las artimañas habidas para seguir en el gobierno al servicio
de las grandes trasnacionales. Así que la política se ha
desprestigiado y las nuevas generaciones, o no creen en nadie, o
buscan falsas y peligrosas salidas.
Durante
30 años se ha desmantelado el Estado de Bienestar, uno a uno se han
ido perdiendo todos los derechos sociales, a pesar de la sangre que
costó conseguirlos. Lo público se ha vuelto privado; y las deudas
privadas se han pasado a las cuentas públicas. Cada mexicano o
mexicana debe al nacer 70 mil pesos.
La
Jerarquía de la Iglesia Católica Mexicana, salvo contadas
excepciones, ha sido cómplice de todas las trapacerías del régimen:
de los fraudes electorales, las privatizaciones, los despojos, la
corrupción, la impunidad, las injusticias, y, por supuesto, de la
discriminación hacia las mujeres.
¿Quiere
saber cómo estamos las mujeres mexicanas?
No
queremos abrumarlo con cifras, pero valga comentarle algunos
problemas. Las niñas, niños, jóvenes y mujeres desaparecen cada
día como si se los tragara la tierra, van directo al tráfico de
personas para satisfacer la demanda de la prostitución –que es la
esclavitud del siglo XXI–, la pornografía infantil, la esclavitud
laboral, o la demanda de órganos, como lo ha denunciado el padre
Solalinde.
Un
ex procurador del estado de Veracruz reconoció más de 5231
desaparecidas durante 10 años en su estado. Recientemente se informó
que en la capital de la República había más de 6500 mujeres, niñas
y niños desaparecidos en los últimos años... Como verá, son miles
y miles de familias las que sufren la ausencia forzada de sus
familiares por este motivo, agregue a ellas los millones que por
motivos económicos deben migrar, y se dará cuenta de la dimensión
del drama que se vive en muchos hogares mexicanos.
La
violencia hacia las mujeres está fuera y dentro de nuestros hogares,
en el trabajo, en la escuela, en la iglesia, en la maquila, en el
campo, pero esta guerra se minimiza. El feminicidio sólo es la punta
del iceberg de la violencia hacia las mujeres, no sólo se da en
Ciudad Juárez, Chihuahua, en el Estado de México es peor. El país
completo tiene este drama: cadáveres de mujeres, a veces aún niñas,
jovencitas, aparecen en cualquier lado. Cuando son asesinadas dentro
de su domicilio, las autoridades afirman que fue suicidio, hasta
tenemos una consigna para nuestras marchas: “¡No fue suicido, fue
feminicidio!” Las autoridades mexicanas minimizan el problema, aun
y cuando las mujeres somos asesinadas en condiciones cualitativamente
diferentes a las de los hombres: pues morimos a manos de novios, ex
novios, maridos, y ex maridos, en otras palabras, nos asesinan
aquellos que, como en la religión católica, nos dijeron que nos
iban a proteger. También estamos a merced de bandas de tratantes
solapadas por las autoridades, como en el estado de Tlaxcala.
Las
autoridades mexicanas, con el silencio cómplice de la Iglesia
Católica mexicana, una y otra vez se han negado a detonar la alerta
de género, mecanismo que activaría las medidas de prevención, la
investigación, etc., para tratar de evitar más asesinatos de
mujeres.
La
defensa a ultranza de los embriones, en contraposición del respeto
al derecho de las mujeres a decidir sobre nuestras vidas y si
queremos o no ser madres en determinado momento, ha llevado a que la
derecha política (PRI-PAN) modifique las constituciones estatales,
violentando
todo el proceso legislativo para evitar reacciones. Estas
contrarreformas
aberrantes han dado por resultado que docenas de mujeres sean
encarceladas en un país donde la justicia tiene precio. De esta
injusticia también responsabilizamos a los jerarcas de la Iglesia
Católica mexicana...
En
fin, los problemas son múltiples, muchos de los que nosotras tenemos
se deben a un sistema: el sistema patriarcal, y la Iglesia Católica
es prototipo de ese sistema.
Recientemente,
a raíz del Jubileo, ha declarado que se perdonará a las mujeres que
han abortado. Nosotras
pensamos que la Iglesia Católica debería pedir perdón a las
mujeres,
por
ser una de las instituciones más patriarcales y misóginas.
Debería rectificar a fondo su filosofía y comportamiento,
pues
son religión para lo que les conviene y Estado cuando les va mejor.
¿Acaso no les obligan los tratados y convenciones internacionales al
ser integrantes de la ONU, aunque sea en calidad de observadores?
¿Por
qué no respetan los derechos humanos de las mujeres? ¿Por qué se
nos juzga en ausencia? Como decimos en nuestras consignas: “¡Si el
papa fuera mujer, el aborto sería legal!”
Piénselo.
Reconocemos en usted a una persona que está poniendo todo lo que
está de su parte y en sus manos para modificar una iglesia
anquilosada; sin embargo, no hay tema que tenga más resistencias que
el de la liberación de las mujeres del sistema patriarcal de
subordinación y opresión.
Es
la Iglesia Católica la que debe transformarse
y
pedir perdón a las mujeres
La leeremos frente a Catedral y la subiremos a plataforma para firmas