RUMBO AL SEGUNDO ENCUENTRO DE MARXISTAS,
SOCIALISTAS Y COMUNISTAS
Introducción
En este momento, los marxistas de México tenemos dos tareas fundamentales:
a) unificarnos y organizarnos a partir de la definición de un programa anticapitalista y socialista; y
b) emprender una actividad política cuyo propósito sea vincular al movimiento social con el socialismo.
Desde la desaparición del Partido Comunista en 1981 y de otras organizaciones marxistas, en México puede observarse un lamentable déficit de la teoría y la práctica marxistas, lo cual ha traído como consecuencia que ser de izquierda tenga un significado impreciso, al grado que algunos partidos políticos cuyo programa ofrece una alternativa capitalista, son considerados de izquierda. Actualmente, en la lucha política la representan dos proyectos: los partidarios del libre mercado y quienes proponen la intervención estatal para lograr el desarrollo económico. En ambos casos, ninguno de esos proyectos rebasa los límites del capitalismo.
De esta manera, para los mexicanos existen sólo dos opciones electorales (mercado o Estado), ninguna socialista. En realidad aunque existen 10 opciones electorales, todas se mueven en el ámbito del capitalismo, es decir, ninguna de ellas ofrece soluciones reales.
Todo esto puede sintetizarse en dos cuestiones, la unidad de los marxistas puede revertir:
a) una severa confusión entre la población sobre lo que es la izquierda, y
b) la idea de que el socialismo dejó de ser opción viable para la sociedad mexicana.
Ambas cosas, junto con la desaparición de la Unión Soviética y del campo socialista, han provocado la actual debilidad crónica de la izquierda anticapitalista. Esta debilidad organizativa, producto también de la singular capacidad que tenemos para pulverizarnos (se dice que en México existen 123 organizaciones que se reclaman marxistas), potencia la hegemonía del capital: en una sociedad donde el mundo del trabajo parece no existir, resulta sumamente débil la resistencia política a la explotación del trabajo y a la dominación burguesa; en realidad, la resistencia social en los últimos años se ha reducido a determinadas reivindicaciones sociales, muchas de la cuales terminan cooptadas por el poder, a esporádicas lucha gremiales como la magisterial que denuncia la reforma educativa por punitiva, soslayando su carácter ideológico; por su parte, la “oposición de izquierda” no supera los limitaciones de las soluciones capitalistas a los problemas que el propio sistema crea.
En este panorama, si bien no hay alternativas surgidas desde el mundo del trabajo si es un acicate para hacer que los marxistas se organicen para construir una opción socialista. ¡Es la hora de elaborar nuestro programa político y diseñar una línea de acción que, al tiempo e unificarnos, nos permita luchar por unir el movimiento social al socialismo!
Para hacerlo, necesitamos el estudio de la realidad y la reconstrucción teórica necesarias para diseñar una plataforma política que ofrezca respuestas al presente y al futuro, respuestas que vayan más allá del capitalismo. Esas son parte de las responsabilidades de los marxistas, de los comunistas y los socialistas que debemos mostrar, así, que hemos podido superar el trauma que significó la imposición del neoliberalismo y el “fin de la historia.”
Para nosotros, los comunistas y socialistas marxistas, el socialismo sigue siendo viable y es una construcción social para la cual no hay manual ni receta y que, como dijera el comunista peruano Carlos Mariátegui, no es ni copia ni calco, sino construcción heroica del pueblo trabajador.
El marxismo la teoría y práctica de los comunistas
Los comunistas reconocemos en el marxismo la teoría que guía nuestra actividad transformadora. Unir la teoría con nuestra práctica, es otra de las tareas indispensables de estos momentos en los que los resultados del neoliberalismo agudizan la lucha de clases, debido a la imposición de reformas estructurales que aumentan la superexplotación de los trabajadores, incrementan la miseria del pueblo en contraste con la concentración de la riqueza y el ingreso en manos de un pequeño sector de la burguesía.
Pero ser marxista no puede reducirse a conocer y estudiar la obra de Carlos Marx, Federico Engels o de otros marxistas que han enriquecido la teoría. La obra de Marx, su método y sus conclusiones teóricas no pueden, por sí mismas, explicar la realidad mexicana, es tarea de quienes asumimos el marxismo reconstruir la teoría analizando y reconociendo las contradicciones del actual momento histórico del capitalismo nacional e internacional. Las conclusiones que se obtengan, sin duda, permitirán enriquecer la teoría general marxista y ser un poderoso instrumento para guiar nuestra actividad práctica.
Se trata, por supuesto, de fortalecer el método que se eleva de lo abstracto a lo concreto, para lograr, en un proceso de síntesis teórica, reconocer el nivel de intensidad y la forma que adquiere en cada momento la lucha de clases, que reconocemos como el motor de la historia, para integrarnos a su dinámica uniendo al movimiento social con el socialismo.
En otras palabras, el movimiento social ha estado desligado del socialismo, ha sido esencialmente espontáneo y ahora los comunistas debemos darnos la capacidad de explicar a la población en que consisten las soluciones socialistas y el socialismo, pues de no hacerlo así, la política queda reducida a una mera conjura especulativa de pequeños grupos que no trascienden y sueñan con acceder al poder a nombre de las masas…, sin ellas.
Los comunistas, debemos identificar los intereses de los trabajadores con los nuestros, y señalar el objetivo y significado de la lucha política proletaria y, sobre todo, salvaguardar la independencia política e ideológica del movimiento social acosado, de manera permanente, por la ideología burguesa y la pretensión de cooptarlo para fortalecer el consenso de la explotación y la hegemonía capitalista.
El capitalismo, régimen de explotación
Los comunistas debemos explicar por qué nuestra lucha es contra el capitalismo y, como en su momento escribieron Marx y Engels, jamás ocultar nuestros propósitos, y menos si se ocultan por ventaja política o beneficio electoral.
El capitalismo es un modo de producción histórico, como son todos los modos de producción, construido sobre la explotación del trabajo y la apropiación por el capitalista del valor que se produce en la jornada laboral; pero esta condición de sometimiento y explotación de los trabajadores, sólo es posible con la hegemonía –cultural y política– de la clase propietaria de los medios de producción y de la fuerza de trabajo que compra para utilizarla durante la jornada laboral, sobre el conjunto de la sociedad.
El trabajo es el único que produce valor, y el capitalismo convierte al trabajo en una mercancía, la fuerza de trabajo, que en la jornada laboral además de producir mercancías cuyo valor equivale al de su propio valor, produce un excedente de valor, materializado en mercancías, valor que es apropiado por el capitalista por ser el dueño de los medios de producción y de la fuerza de trabajo que compró por un salario a los trabajadores.
Con esta base se construye toda la legalidad burguesa, que protege la propiedad privada sobre los medios de producción y el derecho a explotar a los trabajadores, que tienen incluso derecho a la huelga, pero no a liberarse de la explotación, actividad considerada subversiva y perseguida por el poder.
Por eso, si bien los comunistas luchamos por que se mejoren las condiciones laborales y los salarios dignos, esa política la entendemos como parte del proceso que conduce a liberarnos de la explotación del hombre por el hombre y a lograr que la fuerza de trabajo deje de ser una mercancía para convertirse en actividad liberadora.
Para nosotros, ese es también el sentido que adquiere la lucha por la democracia. Una sociedad democrática, con todo y las limitaciones de la democracia representativa, permite la lucha por el socialismo en mejores condiciones que las existentes en los gobiernos autoritarios y represivos. Por eso concebimos la lucha por la democracia, que nos permite organizarnos y difundir nuestras propuestas, como la vía al socialismo.
En síntesis, la lucha por la democracia y por mejores condiciones laborales, adquieren, así, un carácter anticapitalista; de hecho, la vinculación del movimiento social con el socialismo es parte ya del socialismo pues crea poder popular.
El neoliberalismo: modalidad actual del capitalismo
La imposición del neoliberalismo como la modalidad actual del capitalismo, que en América Latina se inicia el 11 de septiembre con el golpe de Estado de Augusto Pinochet contra del gobierno socialista de Salvador Allende y se expande por el mundo a partir de los gobiernos de Margaret Thatcher (1979-1990) en Inglaterra y Donald Reagan (1981-1989) en Estados Unidos, modificó tanto las relaciones entre las clases sociales para alcanzar el consenso, como los mecanismos de solución a los conflictos entre el capital y el trabajo que se construyeron a lo largo del Estado del Bienestar.
La intervención estatal que entre 1945 y 1975 impulsó un rápido desarrollo del capitalismo fue severamente cuestionada. Asimismo, el crecimiento hacia adentro, basado en el mercado interno y la movilidad social ascendente como promesa del Estado del Bienestar dejaron de funcionar desplazadas por un proceso de crecimiento hacia afuera que empobrecía a la sociedad mediante la superexplotación del trabajador, cuyos bajos salarios soportan la competitividad de la economía dependiente, lo que ha permitido a unos cuantos capitalistas, vinculados al sector externo, una elevada y obscena concentración de la riqueza y el ingreso nacional.
Al mismo tiempo, las desigualdades que el Estado de Bienestar decía combatir por ser las peores lacras del sistema capitalista, se reivindican ahora como el motor de la competencia y el éxito. Ser “desigual y triunfador”, se proclaman como el propósito fundamental de los individuos, a quienes se alienta a “dejar de ser como los demás” y convertirse en un exitoso emprendedor. Surgió así, una nueva visión de la vida en sociedad, fundada en la competencia y en la reducción de la vida personal al triunfo o el fracaso.
Todos esos argumentos, entre otros, sirvieron de pretexto para declarar la supremacía del liberalismo y reivindicar la reforma del Estado del Bienestar con el propósito de establecer un orden social “despolitizado”, descentralizado y sin regulaciones. Los principios de la “desigualdad natural”, son considerados alicientes para el advenimiento de una sociedad asentada en la economía de mercado autorregulado, en la cual los emprendedores serán recompensados con el "triunfo" individual.
Neoliberalismo y lucha de clases
En este panorama, el positivismo metodológico, alentado por el neoliberalismo, desconoció la estructura clasista de la sociedad capitalista y, por ende, se abandonó el análisis a partir de la lucha de clases, convertida en una especie de mito perverso sostenido en los siglos XIX y XX por partidos y organizaciones sin razón de ser en una sociedad donde todos pueden ser emprendedores.
Reducidos hasta su desaparición, los partidos marxistas, socialistas y comunistas, la “oposición de izquierda" fue la socialdemocracia que proclama las posibilidades de un "capitalismo con rostro humano" y un capitalismo verde que dice preocuparse por el ambiente aunque no haga nada para evitar la destrucción de la naturaleza por una forma de producción y consumo francamente insustentables.
Los cambios introducidos por el neoliberalismo, afectaron tanto a los sectores medios como a los trabajadores, que han visto como el discurso del libre mercado se acompaña de la pérdida de ingreso y de sus expectativas de una vida mejor. A los sectores medios, formados en la ideología del progreso, la meritocracia y el consumismo, el neoliberalismo les destruyó el optimismo. Las políticas de austeridad afectaron sus bolsillos y su consumo y nivel de vida se han reducido dramáticamente.
A los trabajadores, el neoliberalismo los atacó brutalmente. El sueño alentado por el Estado del Bienestar de un trabajo estable, con salario digno y prestaciones sociales, devino pesadilla con el mercado laboral flexible. Los empleos se hicieron de mala calidad –salarios bajos y sin prestaciones–, imponiéndose el outsourcing, mientras la estabilidad laboral se convertía en un anhelo inalcanzable.
El Estado, y todo lo público, fue acusado de ineficiente, corrupto y despilfarrador, y sus monopolios (entre ellos el educativo y el de salud o el energético) se consideran un lastre para la competitividad.
Al mismo tiempo, bajo el neoliberalismo se exacerban los valores individualistas, el yo se puso por encima del nosotros y el otro es visto ahora como un competidor al que es necesario vencer; asimismo, se abandonaron principios como la fraternidad, solidaridad y la igualdad como principios necesarios para regir las relaciones sociales. Todo se modificó para que surgiera un individuo despolitizado, conformista, escéptico, desinteresado y un perfecto analfabeto social.
Conclusión y propuesta
Si bien hoy la disputa política en México tiene como protagonistas dos proyectos políticos, que no rebasan los límites del capitalismo: uno francamente neoliberal, sostenido por el PRI y el PAN y, otro estatista, enarbolado por Morena y los despojos del PRD, que confiere al Estado la solución a las contradicciones del propio capitalismo.
Frente a esta situación, los comunistas y socialistas marxistas tenemos que emerger como una fuerza política anticapitalista, y teóricamente fortalecida, para proponer el socialismo como alternativa viable para la nueva sociedad mexicana. Esto significa que todas nuestras acciones deben orientarse a mostrar cómo funciona el capitalismo y cómo transcurre el proceso de explotación y dominio de la burguesía. Explicar lo que ocurre a partir de la lucha de clases, es nuestra tarea principal pues conduce a lograr nuestro propósito estratégico: vincular el movimiento social con el socialismo.
Para tal propósito, debemos proponernos discutir, en una nueva reunión de comunistas y socialistas marxistas, la situación actual del país, definir la izquierda que necesita el país y lo que necesitas ser la izquierda socialista, para elaborar colectivamente un programa político consensuado que nos conduzca, en un plazo previsible, a convertirnos en una fuerza política claramente anticapitalista y socialista, que sea un polo de atracción para las masas trabajadoras de la ciudad y el campo en su lucha contra el capital y su explotación.
H. Puebla de Z., octubre de 2015
CONVOCATORIA
Las poblanas y los poblanos que asumimos el marxismo como una concepción de la vida y como un curso de acción para transformar nuestras lacerantes realidades, nos enfrentamos al imperativo ético de contemplar el desmantelamiento de la Nación Mexicana, el desastre social y humanitario que padece la abrumadora mayoría de connacionales o nos fundimos en el actuar de lo nacional popular, para hacer la revolución a partir de lo que somos; valga decir, o somos reproductores pasivos de la barbarie y el desastre nacional o somos parte fundante del sujeto transformador de este país, que caminando juntos nos acercará a nosotros mismos como pueblo y como nación, pero aclarando caminos para recuperar el proyecto histórico de México en este siglo XXI, frente a la dominación norteamericana, con una fórmula económica, política y cultural de carácter posneoliberal. Por tanto y bajo los siguientes:
CONSIDERANDOS
1.- Que el Imperialismo cursa su peor momento, al estar cruzado por múltiples crisis, que no sólo ponen en entredicho su conducción neoliberal y su arquitectura civilizatoria, sino que pone en riesgo a la misma vida en el planeta;
2.- Que la crisis multidimensional de México, ha subordinado nuestras coordenadas geopolíticas a la seguridad nacional de los EE.UU. y con ello ha favorecido la neocolonización del país, la decadencia estructural, la entrega de recursos estratégicos, la sobreexplotación, la cancelación plena de derechos alcanzados y el despojo masivo de tierras;
3.- Que el Estado de Puebla no escapa a esta descomposición institucional y social, que se ve agravada con la violación sistemática del Estado de Derecho y los Derechos Humanos de sus habitantes; en donde el titular del Ejecutivo es el responsable de estar imponiendo al conjunto de la sociedad poblana una Ingobernabilidad Programada, una polarización y crispación social.
Por lo tanto, organizaciones políticas, el activo social y popular de matriz marxista, movimientos de resistencia, poblanas y poblanos con esta formación política, hemos decidido:
CONVOCARNOS
II ENCUENTRO DE LAS Y LOS MARXISTAS, SOCIALISTAS Y COMUNISTAS DE PUEBLA
A realizarse los próximos días viernes 20 y sábado 21 de noviembre de 2015, iniciando a las 10:00 Hrs. en el “Museo de la Memoria Histórica Universitaria” de la BUAP, sita en Av. 3 Oriente No. 1008, Barrio de Analco, Puebla, Pue. Bajo la siguiente:
ORDEN DEL DÍA
1.- Qué tipo de izquierda marxista queremos ser y qué tipo de organización marxista necesitamos ser.
2.- Caracterización de la fase actual del capitalismo en México y la etapa de la lucha emancipatoria.
3.- Cuál es la Vía del Cambio en México
4.- Plan Político de Lucha para el Periodo
5.- Los Jóvenes y el Marxismo.
Nota: Cada persona y organización asistentes al Encuentro podrán presentar un solo trabajo en cada uno de los temas propuestos, con una extensión no mayor de cinco cuartillas, que se expondrá en un tiempo que no exceda los diez minutos. En el debate, las intervenciones podrán ser hasta de cinco minutos, pero procurando permitir la participación de todos los asistentes al Encuentro. Las ponencias podrán enviarse a partir de la publicación de la presente convocatoria hasta el miércoles 18 de noviembre de 2015, al correomcm.puebla.mx@gmail.com.
FRATERNALMENTE
Comisión Organizadora del II Encuentro de las y los Marxistas, Socialistas y Comunistas de Puebla
Movimiento Comunista Mexicano-Puebla; Red de Izquierda Revolucionaria-Movimiento de Liberación Nacional (REDIR-MLN); Congreso Progresista.
H. Puebla de Zaragoza, a Viernes 08 de Octubre de 2015.